El Gobierno enseña a los jueces su lado más totalitario

El Gobierno enseña a los jueces su lado más totalitario

El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, lo ha dejado claro: el Gobierno no tiene intención alguna de apoyar una reforma del sistema de elección que permita a los jueces designar directamente a doce de los 20 vocales que componen su órgano de gobierno, como reclama el PP. El argumento de Bolaños provoca escalofríos en cualquiera que se sienta concernido con la separación de poderes en un Estado de Derecho: «Los poderes del Estado no se pueden convertir en departamentos estancos; ni los jueces pueden elegir a los jueces ni los políticos a los políticos», ha dicho. La frase se las trae, porque la democracia consiste, precisamente, en lo contrario de lo afirmado por el ministro: poderes separados para garantizar la independencia y evitar así las tentaciones totalitarias del Ejecutivo. El problema es que mientras los políticos sí eligen a los políticos -lo de Bolaños es de aurora boreal, ¿en qué país vive este hombre? -, el Gobierno de Pedro Sánchez quiere elegir también a los jueces, invadiendo de manera flagrante su ámbito de competencias jurisdiccionales.

El PP forzará un debate en el Congreso de los Diputados para retratar el «afán totalitario» de Sánchez en sus pretensiones de invadir el CGPJ. Bien está, pero después de escuchar al ministro de Presidencia el  «afán totalitario» del Gobierno ha quedado más que retratado. Y es que no ha podido ser más claro. Si la frase de marras de Bolaños la hubiera pronunciado Nicolás Maduro sería simplemente la constatación de que Venezuela no es una democracia, sino un régimen dictatorial en el que el Gobierno somete a los jueces. Dicha aquí, en España, en boca de un miembro del Ejecutivo, es para salir corriendo. De un plumazo, el Gobierno se ha ciscado en la Constitución sin ningún recato. Sánchez enseña a los jueces su lado más totalitario y les lanza un mensaje amenazante: aquí mando yo. Más claro, agua

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