El Gobierno crea perfiles falsos en las redes para tapar su incompetencia

El Gobierno crea perfiles falsos en las redes para tapar su incompetencia

La página del Ministerio de Sanidad en Facebook  ha registrado un movimiento inusual -en menos de 24 horas ha tenido 5,2 millones de reproducciones, más de 80.000 reacciones, 10.000 comentarios y  27.000 veces compartida-. Demasiado para ser real, teniendo en cuenta que una página con 176.451 seguidores es imposible que genere tantísimo movimiento en una publicación con una carga viral mínima en su contenido. Y lo más curioso, miles de likes que que provienen de cuentas creadas exclusivamente para ese fin. De pronto, brotan los adeptos, se multiplican los seguidores.  Sin embargo, al entrar en los perfiles más sospechosos se puede verificar que todos siguen el mismo patrón: foto de perfil muy reciente y sin más actividad en el mismo. Traducido: cuentas nuevas creadas para aumentar las interacciones de, en este caso, la publicación del Ministerio. Toda una multitudinaria legión de falsos simpatizantes.

¿Qué ha ocurrido? Sencillamente que el Ministerio de Sanidad ha recurrido a una práctica cada vez más instaurada en las reces sociales: la utilización de ‘bots’ -robots- para aumentar el grueso de interacciones. El vídeo de Salvador Illa en el que aparece presumiendo de transparencia en el protocolo de comunicación de la cifra de fallecidos por coronavirus registra un movimiento brutal y, curiosamente, los comentarios que recibe son en su inmensa mayoría elogiosos.

En definitiva, sobrepasado en su incompetencia, el Gobierno socialcomuinista ha decidido poner en marcha una práctica muy poco ética que consiste en simular -nunca mejor dicho- una corriente de opinión favorable al Ejecutivo. En suma, rodearse de una multitud falsa de partidarios. En eso está el Ejecutivo: en distorsionar la realidad, en dibujar falsos escenarios. En  definitiva, en alterar la percepción general, una táctica artera que lo que demuestra es su impotencia. 

El Gobierno socialcomunista ha enseñado su verdadero rostro: la transparencia brilla por su ausencia, la opacidad alcanza niveles propios de regímenes bananeros, se incrementa el asedio a los medios críticos y se manipula la realidad a conveniencia. Esto se parece muy poco a una democracia.

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