De la exhumación de Franco a la inhumación de Trump

De la exhumación de Franco a la inhumación de Trump

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quiso tener esta semana su minuto de gloria y justo antes de comenzar su discurso en Nueva York ante la ONU, cual adolescente que estrena móvil de última generación, buscó inmortalizar su momento en el púlpito ante el planeta para hacerse un ‘selfie’ que luego distribuyó en sus redes sociales y fue acrecentado por algunos medios de comunicación. Todo bajo la excusa que hay que modernizar la ONU. Si para el mandatario salvadoreño modernizar la ONU significa comportarse como un ‘geek’ a quien sólo le fascina la tecnología y la frivolidad que envuelve las plataformas que se sirven de la misma para llegar a las masas, los habitantes de El Salvador, como los de otros tantos países tienen un problema.

A mí que la ONU resulte aburrida para algunos políticos me preocupa más por la ignorancia de quien lo dicen que por el significado de sus palabras. La organización multilateral no es un circo para que los populistas se suban al estrado y hagan su numerito. La ONU es al derecho internacional lo que un tribunal ordinario lo es al derecho civil o penal. A Bukele le dio por fotografiarse a sí mismo, mientras el resto de las delegaciones contemplaban con decoro semejante simpleza. Y a Pedro Sánchez le dio por declarar inaugurada la democracia en España, 42 años después. Los españoles no hemos tenido más problemas en los últimos diez años que sacar los restos del dictador de su tumba hasta que llegó un partido, el PSOE, y su actual líder, Pedro Sánchez, que tenía que anunciar a la comunidad internacional la sentencia del Supremo acerca de la exhumación del cuerpo de Franco.

La opacidad de Pedro Sánchez contrasta con la transparencia de la administración estadounidense. Pocos se han apercibido que en la agenda neoyorkina del presidente en funciones había grandes huecos de los que la opinión publica española era completamente ajena a lo que hacía o deshacía. Resulta llamativo como los altavoces mediáticos monclovitas se aprovechan de la ‘luz y taquígrafos’ existente en la Casa Blanca para construir su relato anti-Trump a partir del ‘Ukrainegate’, mientras que asisten con total pasividad a la falta de transparencia del inquilino de la Moncloa. Informaba OKDIARIO con acierto que Sánchez estuvo con Soros en Nueva York en 2018 y que esperaba esta semana compartir nuevamente mesa y mantel durante su visita a EE.UU. Sin embargo, ningún español sabe a día de hoy si existió tal reunión o no porque se nos ha privado de esa y otra información desde la presidencia del Gobierno.

Las noticias de esta semana sobre el proceso del ‘impeachment’ contra Donald Trump me trajeron a la memoria las palabras de aquellos líderes, como Zapatero, que dieron por amortizada a Merkel justo antes de ascender a la presidencia alemana, o la de aquellos medios de comunicación que se atrevieron finiquitar a George Bush (hijo) frente John Kerry en la misma noche electoral. El resultado permanece vivo en las hemerotecas: Bush arrasó con mayoría absoluta. Los medios de comunicación españoles alineados con la izquierda política tienen tanta prisa en exhumar a Franco como en inhumar a Trump. Todos ellos se llevan las manos a la cabeza porque un presidente pida la investigación a otro país de la comisión de un posible delito, sin que medie en la conversación cualquier clase de coacción, amenaza o chantaje, mientras al mismo tiempo reducen a categoría de nimiedad y anonimia los actos de posible corrupción cometidos por el hijo del ex vicepresidente, Joe Biden, en Ucrania. Un verdadero contrasentido.

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