La economía sobrevive al desgobierno

Economía española
Luis de Guindos, Soraya Sáenz de Santamaría y Cristóbal Montoro, (Fuente: EFE)

Los tres primeros meses del año han mostrado dos realidades antitéticas en España. De un lado, los políticos han hecho gala de una nula capacidad para alcanzar un pacto sólido de Gobierno. Del otro, la economía española se mantiene con una fortaleza envidiable. Esa dicotomía contextual es posible gracias a la indiscutible gestión económica del Ejecutivo, especialmente durante los dos últimos años de legislatura. España continúa a la cabeza de las economías que más crecen en Europa. Un realidad refrendada con los datos del primer trimestre de 2016, donde el Producto Interior Bruto (PIB) ha aumentado un 0,8%. Si hace tan sólo unos días el Banco de España hablaba de «ligera desaceleración», el avance de la Contabilidad Nacional indica que el PIB del país sigue con una salud de hierro y crece a un ritmo anual del 3,4%.

Unas cifras que animan a profundizar en las reformas estructurales. Mejoras para asegurar que cada vez más familias españolas recuperen las cuotas de prosperidad perdida durante casi una década de profunda crisis. La previsiones del Gobierno también son optimistas, ya que prolongan el crecimiento cuatro años más a una media del 2,5%. Además, establecen la creación de 1,8 millones de puestos de trabajo, 470.000 nuevos en cada uno de los años de la próxima legislatura. Unos números que hacen soñar con la recuperación definitiva en España. No obstante, estos objetivos exigen un ejercicio de responsabilidad por parte de los políticos. Algo que ha brillado por su ausencia desde principios de año.

Las nuevas elecciones del 26J pueden dejar otra vez una Cámara Baja fragmentada. A expensas de los resultados y de la incidencia que pueda tener en ellos la abstención, nuestros representantes públicos deberían tomar conciencia y mirar por el interés general más que por las meras ambiciones partidistas. España está en una disyuntiva económica favorable que se atrofiará si los cargos institucionales siguen empeñados en no entenderse. Una inestabilidad evitable y que se presenta como el principal obstáculo de cara a mantener este ritmo de crecimiento.

De hecho, no todos los indicadores son positivos en nuestro país. Los inversores internacionales sacaron de España 7.600 millones de euros durante el pasado mes de febrero. Síntomas que se completan con las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI). El organismo dirigido por Christine Lagarde ya puso de manifiesto en abril que, si bien nuestro país seguiría aupado sobre la buena ola económica a corto plazo, la evolución del PIB se desinflaría paulatinamente hasta 2021. Sólo un Gobierno estable que haga hincapié en las reformas estructurales puede garantizar que el buen estado de la economía en España no sea una mera coyuntura efímera.

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