Que los echen de una vez

Que los echen de una vez

El PSOE de Madrid es el gran culpable de que Manuela Carmena y sus concejales de la marca blanca de Podemos campen a sus anchas por la ciudad. La última ocurrencia ha sido quitarle el nombre del Rey a una zona verde al norte de la capital de España. A partir de ahora, el Parque Felipe VI pasará a llamarse Parque Forestal de Valdebebas. Todo por obra y gracia de esa dictadura asamblearia que tratan de imponer desde Ahora Madrid. El nombre del Jefe del Estado desaparece del espacio natural por el voto de 2.528 madrileños. Una cantidad a todas luces insuficiente para tomar cualquier decisión de calado en una ciudad con más de 3 millones de habitantes. No obstante, el equipo de Gobierno local lo utiliza, de manera interesada, casi como un axioma. En total, sus «consultas a la ciudadanía» han tenido un pírrico 7,8% de participación y un coste de 1,1 millones de euros.

Un dispendio sin sentido para legitimar decisiones sectarias. No obstante, esta calamitosa dinámica gestora y procedimental podría acabar ipso facto. Bastaría con que los representantes socialistas del municipio entraran en razón, pensaran en sus convecinos y dejaran de ser los cómplices indispensables de Carmena y su caterva de malos aprendices de representante público. Por ahora, el grupo al que pone voz Purificación Causapié sigue sosteniendo a una alcaldesa en minoría que, a pesar de la fragilidad de su poder, ordena y manda en la ciudad con modos y maneras casi absolutistas.

Resulta oportuno recordar que en las últimas elecciones sacaron 20 concejales, uno menos que el Partido Popular, que fue la formación que se impuso. Sin los nueve apoyos del PSOE, la ciudad jamás habría vivido esta pesadilla y Ahora Madrid estaría del todo imposibilitado para hacer lo que está haciendo, que no es otra cosa que administrar la capital de España con el mismo caos que si se tratara de un Patio Maravillas cualquiera. La urbe es paradigma absoluto de la desorganización: la basura tatúa las calles, la circulación convierte el centro en una lata de sardinas y, para colmo, el Palacio Comunicaciones se acerca a una agencia de colocación privada para simpatizantes y miembros de esta marca blanca de Podemos.

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