Criminales, no héroes

Criminales, no héroes
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El País Vasco vive con diabólica cotidianidad el hecho de que los criminales de ETA sean recibidos como héroes a su salida de la cárcel. Para mayor escarnio y desprecio hacia los familiares y amigos de sus víctimas, en la mayoría de las ocasiones cuentan con la connivencia de los dirigentes públicos. El último caso lo encontramos en la localidad vizcaína de Lequeitio, donde el alcalde del Partido Nacionalista Vasco, Koldo Goitia, permitió el pasado miércoles que las calles de la localidad se llenaran de proclamas abertzales en forma de homenaje para recibir al etarra Antonio Gabiola Goyogaba. Los representantes públicos elegidos democráticamente deberían velar por el interés común de todos los ciudadanos, ya que los cargos electos no sólo representan a sus votantes, sino al conjunto de una determinada comunidad de individuos.

Con su complicidad, Koldo Goitia ha enarbolado la figura de un hombre que ha pasado 16 años en la cárcel acusado de delitos gravísimos. Gabiola Goyogaba, miembro del denominado comando Madrid, fue acusado de participar en el asesinato de Ricardo Tejero, directivo del Banco Central, y en el secuestro del industrial Emiliano Revilla, todo ello en la década de los 80. Una recepción abyecta donde también participaron numerosos niños y que incluso llevó al terrorista a ocupar el sillón del alcalde en el salón de plenos del Consistorio. Eventos como éste son un insulto a la dignidad de las víctimas de ETA, que tienen que ver cómo las instituciones de sus ciudades se postran ante aquéllos que arruinaron a sus familias.

Desde un punto de vista humano, la complicidad con estos individuos resulta mezquina. En clave política, poco o nada gana un partido como el PNV, al que nunca votará la izquierda radical que conforma la banda terrorista y que, con casi toda seguridad, dependerá del apoyo de los partidos constitucionalistas —PP o PSOE— para poder formar gobierno autonómico. A pesar del constante cinismo en el discurso demagógico del etarra Arnaldo Otegi, la tolerancia y el respeto a todas las opciones políticas dista mucho de ser la tónica habitual en el País Vasco.

Además de estos homenajes —el propio Otegi fue agasajado de igual modo a su salida de la cárcel de Logroño— Euskadi sigue siendo un lugar peligroso para hacer política libre. Prueba de ello es lo ocurrido a José Antonio Ortega Lara. El político de VOX fue atacado y amenazado verbalmente el pasado sábado por algunos de los cachorros de Otegi al intentar participar de un mitin en Vitoria. Hechos que demuestran que la paz no se verbaliza, sino que se ejerce y que, lamentablemente, en el País Vasco aún queda mucho trecho hasta lograrla.

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