O Sánchez lo desautoriza o será cómplice

O Sánchez lo desautoriza o será cómplice

Pedro Sánchez debe gobernar primero en su propio partido antes de seguir con la intención de hacerlo en España. Si en plena campaña electoral advertía de manera acertada de que Podemos quería desgajar la unidad territorial, ahora es su formación en Cataluña la que se enmarca en el lado de los independentistas. Este tipo de veleidades han incidido en la interminable caída del PSOE tanto en Cataluña como en España desde que en 2006 se aprobara el Statut. Sánchez ha de imponer una mayor disciplina interna si quiere tener alguna posibilidad de seguir ocupando el puesto de secretario general. No es congruente, ni para sus votantes ni para el resto de la nación, que mientras desde Ferraz defienden la unidad del Estado y el valor de la Constitución de 1978, el Partido Socialista de Cataluña (PSC) proponga una reforma constitucional a su gusto o un referéndum independentista.

El hecho de que el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, quiera disfrazar la consulta secesionista con el apellido de «a la canadiense» o cambiándole el nombre por el de ‘Ley de claridad’ —en Canadá se llama ‘Clarity Act’— no es más que una treta para anestesiar el malestar de los ciudadanos en el resto de España, que se oponen mayoritariamente a la independencia de Cataluña. Como ya hiciera el pasado mes de marzo, Iceta vuelve a desmarcarse de las pautas señaladas por su jefe en Madrid. El líder regional ha plasmado el pensamiento de su facción en un informe sobre el que girará su estrategia política para el futuro. Ese documento servirá de argumentario para el Congreso del PSC que tendrá lugar el próximo mes de noviembre. En él, apuestan por un «nuevo inicio del socialismo catalán». Si quiere reforzar su posición, Pedro Sánchez tendrá que preguntarle a Iceta si ese «nuevo inicio» es a favor o en contra de España. Desautorizando, además, cualquier iniciativa que ponga en riesgo nuestra integridad nacional.

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