¿Se creen que somos tontos?

¿Se creen que somos tontos?
Pablo Iglesias, Julio Rodríguez, Iñigo Errejón y Carolina Bescansa (Foto: Efe).

La dinámica virtual se ha convertido en una parte indivisible de nuestra propia vida. Millones de personas se relacionan, se divierten y se informan a través de sus ordenadores o dispositivos móviles. De ahí que no resulte extraño que los partidos políticos pretendan aglutinar la mayor parte del espacio posible en esa vida paralela que supone una potente herramienta de penetración en la sociedad y el acceso a un considerable granero de votos. No obstante, en este mundo aún reciente, las trampas suele descubrirse mucho más rápido que en el antiguo ámbito analógico. Por eso, al término del debate a cuatro del pasado lunes, llamó poderosamente la atención como los principales portales de información en España —Okdiario entre ellos— recibían un aluvión de comentarios favorables a Pablo Iglesias, quien salía como ganador en la práctica totalidad de las encuestas que los medios tenían publicadas en sus respectivas páginas.

El secretario general de Podemos se impuso en el debate según 11 sitios distintos y en ninguno bajó del 40% de los votos con picos, incluso, de más del 80% en algunos de ellos, algo tan rotundo como inverosímil. Si la «remontada» de la que habla el líder de Podemos se fundamenta en inflar una burbuja electoral en base al ‘troleo’ de toda la parroquia podemita votando como si no hubiera mañana, no sólo se trata de tomar por tonto al ciudadano sino que, además, el chasco del próximo 20 de diciembre puede ser de proporciones bíblicas, ya que ahí tan sólo permiten votar una vez y el escrutinio dicta sentencia para los próximos cuatro años.

Resulta cuanto menos paradójico que la fuerza política que sale peor parada de la última encuesta del CIS sea la que se entregue en cuerpo y alma a hinchar un globo tan pueril. Es ridículo que Pablo Iglesias y Podemos quieran dar la sensación de que vuelven a crecer como en sus mejores tiempos cuando en estos últimos meses, propiciado en gran medida por una concatenación inacabable de errores, han sufrido una implacable merma en intención de voto. De hecho, sería bueno que coleta morada tuviera en mente dos cuestiones insoslayables: la primera, que el CIS ya clavó los resultados electorales de hace cuatro años; la segunda, y más importante, que a pesar de la crisis que ha soportado la población durante estos últimos siete años, la gente es cualquier cosa menos estúpida.

¿Cómo es posible que la misma persona sea el ganador indiscutible en todas las encuestas y con diferencias porcentuales tan grandes? La respuesta se reduce a dos palabras: tongo cibernético. Sobre todo si tenemos en cuenta que, si de algo careció la confrontación de principios de semana fue, precisamente, de un ganador claro. Iglesias debería de tener muy presente la importancia para cualquiera que aspire a ser presidente del Gobierno de presentarse ante el ciudadano con la honestidad de un hombre íntegro y no como un vulgar trilero. Cuando la nueva política se afana con tanto ahínco en una manipulación de masas tan evidente, no es ya que parezca vieja es que, de tan previsible y taimada, sabe a rancia y pierde cualquier oportunidad de distinguirse como una alternativa seria.

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