Militar antes que político

Jose-Julio-Rodriguez
José Julio Rodríguez en una imagen de archivo (Foto: Ministerio de Defensa)

El insólito fichaje del general José Julio Rodríguez por Podemos ha levantado la lógica polvareda mediática al ver a un militar de máximo rango en las filas de un partido que no tiene ningún reparo en aliarse con formaciones políticas proetarras. El ex jefe de los ejércitos con Zapatero es muy libre de elegir a sus compañeros de viaje en su incipiente carrera política, pero ha medido mal los tiempos. Su situación de militar en la reserva le sigue obligando a cumplir el código militar y, con las ordenanzas en la mano, el Gobierno ha actuado correcta y hasta lógicamente al destituirle del cargo que ocupaba en un organismo castrense.

Su condición de militar implicaba que el ex JEMAD debía guardar por ley una neutralidad política que ha incumplido con su salto al escenario público. Salto que ha venido acompañado de manifestaciones que suponen un evidente incumplimiento de los límites que impone el reglamento. Su destitución por «falta de confianza» y «falta de idoneidad», argumentos esgrimidos por el Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy para tomar la decisión, es la consecuencia lógica del precipitado paso al frente del general Rodríguez.

El Gobierno se ha limitado a cumplir la ley tras la propuesta del ministro de Defensa, Pedro Morenés, de destituir a Rodríguez. El titular de Defensa ya advirtió que el ex JEMAD seguía sometido a la disciplina militar mientras no pasara a la situación de retiro. Por tanto, sus palabras de esta semana sobre cómo habría que actuar ante el desafío independentista de Artur Mas o sobre los compromisos de España con la OTAN, chocaban frontalmente con su condición de vocal de la Asamblea de la Real Orden Militar de San Hermenegildo, una institución encargada precisamente de velar por la buena conducta de los miembros de las Fuerzas Armadas.

Rodríguez podrá verter las opiniones que le vengan en gana en cuanto su pase a la situación de retiro que ha solicitado sea oficial, pero mientras tanto debe acatar las órdenes como cualquier otro militar. Y él, que fue la máxima autoridad castrense, debería ser el primero en saberlo.

 

 

 

 

 

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