Elecciones Generales 2015

El mejor aval de Rajoy

El mejor aval de Rajoy
El presidente de Gobierno, Mariano Rajoy.

La economía española ha logrado salir de la UVI en la que la dejó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. España crece el doble que Alemania, más que Reino Unido y triplica la media europea. El camino ha sido largo, difícil y no ha estado exento de sobresaltos, pero al cierre de 2015 se puede afirmar que el país ha dejado atrás la mayor recesión de la historia democrática y, además, lo ha hecho con nota. El Gobierno que logre la confianza de los españoles en las urnas el próximo diciembre se encontrará una economía que crece por encima del 3%, con casi 700.000 empleos creados en el último año y con un entorno de confianza por parte de los inversores internacionales que es indispensable para financiar el endeudamiento, que es el gran lastre que amenaza la recuperación.

Todo ello se ha producido a pesar de los errores cometidos por Rajoy cuando tomó las riendas del país en 2012. El enorme déficit público del 8,5% del PIB no justificaba la política confiscatoria del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que decidió subir el IRPF y el IVA nada más comenzar la Legislatura, terminando su gestión con más de 40 tributos revisados al alza. El ajuste fiscal se produjo por el lado de los ingresos, en lugar de acometer una profunda reforma del gasto público que redujera la dependencia española de la financiación exterior. Como resultado la deuda pública se triplicó y ahora alcanza el 100% del PIB. La falta de decisión por parte del Banco Central Europeo (BCE) a la hora de apoyar a las economías comunitarias tampoco ayudó, perjudicó aún más a las familias y empresas españolas, que tuvieron que apretarse el cinturón. España es el país que más ha reducido la deuda privada durante la crisis.

Todo este proceso se acompañó de una política de reformas que han alumbrado el crecimiento económico vigoroso. La reforma laboral, a pesar de sus aspectos negativos, ha reducido el poder sindical y permitido la necesaria flexibilización para que las compañías se ajustaran al nuevo entorno. El mercado de trabajo español, heredero del franquismo, era demasiado rígido para absorber los 5,5 millones de desempleados que habían sido despedidos tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. El saneamiento del sistema financiero fue otro de los aciertos, acabando con un modelo de cajas de ahorros corrupto. Las entidades financieras ya no pueden ser herramientas de los gobiernos autonómicos para repartir dádivas y fomentar el despilfarro ya que, al convertirse en bancos deben atender a criterios de mercado y responder ante sus accionistas. Todo ello sin olvidar la reforma de las pensiones que, aunque no será la definitiva, permitirá a la Seguridad Social salir de los números rojos a finales del próximo ejercicio.

La política económica del PP ha servido, en definitiva, para demostrar a los mercados internacionales que España es un país serio, que cumple con sus compromisos y que tiene una gran capacidad para crecer y crear empleo. En contra de lo que defienden los populistas, nacionalistas y partidos de extrema izquierda, hay que atraer capital a España, creando las condiciones para que el sector privado aumente las inversiones y aprobando medidas liberalizadoras. El mayor riesgo es, por encima de la crisis China y la del resto de países emergentes, que se pueda truncar esta senda de reformas en la próxima Legislatura. La formación que dirige Albert Rivera sabe de la importancia de mantener esta línea y el Partido Popular también, pero el PSOE y Podemos pretenden recuperar las viejas y ruinosas recetas. Es lo único que puede truncar un rumbo por el que avanza España a una velocidad de crucero.

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