Los dos retos de Feijóo

Alberto Núñez Feijóo
Alberto Núñez Feijóo

Alberto Núñez Feijóo es, sin duda, el dirigente popular con más autoridad de todos los que actualmente coexisten en las altas esferas del centroderecha. Parece haber llegado su momento, en las condiciones que siempre quiso aterrizar en Madrid: bajo palio y sin oposición interna. Es el último tren nacional que podría pasar delante de su puerta si quiere poner en su lápida mortuoria algo más que eterno mandatario de la Xunta.

El antiguo votante socialista está ante la oportunidad soñada de dirigir en plan comandante en jefe a todo el centroderecha nacional. Le llega la oportunidad -ya pudo en 2018, tras la defección de su paisano, tener esa posibilidad- en momentos muy difíciles, como no podía ser de otro modo.  Cierto es, que como dice un destacado miembro del Gobierno, es un adversario difícil de roer, sin olvidar que tiene que bailar con el palo de la escoba y en modo alguno su presidencia será un paseo militar.

Ahora tiene la oportunidad, en efecto, de demostrar si es un valor exportable más allá de las fronteras galaicas, o si, por el contrario, es uno de los muchos valores coyunturales que se marchitan al atardecer. Dos son, desde mi modesto punto de vista, las exigencias que se le plantean a Feijóo. La primera que sepa aprovechar la más que evidente quiebra de Sánchez y arrample votos por el centroizquierda nacional que están hartos de las carantoñas de un primer ministro inexportable con los bilduetarras y separatistas de todo pelo y condición. Además, tiene que ser capaz de sujetar los más de cinco millones de votos que le dejó Pablo Casado en las últimas elecciones de 2019. Pero, sin duda, el gran reto que tiene ante sí es poner sordina a Vox que, al final y bien mirado, ha sido el verdugo del palentino. En Galicia, Vox no existe. Un dato este de singular importancia en el análisis político a realizar.

Dicho por corto y por derecho: tiene que ofrecer al centroderecha español (el alemán y el francés han desaparecido del mapa, por ejemplo) un retorno al poder que en Casado se intuía lejos o imposible.

Si Alberto, que tiene prestancia presidencial y una buena tarjeta de golpes en gestión (Correos, Xunta), considera que su nueva responsabilidad será un magnis itineribus hacia Moncloa terminará igual o en similar situación que su antecesor. Le van a llover óbleas xacobeas por doquier y ya están preparando los cañones. Empezarán a rugir en cuanto sea investido oficiosamente como nuevo comandante en jefe.

¡Bienvenido, míster Feijóo! Que resuene la segunda pieza del baile.

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