Una difícil época presupuestaria

Una difícil época presupuestaria

Hemos entrado en el último mes del primer semestre y, tras las elecciones generales -y también después de haber celebrado las municipales, autonómicas y europeas-, seguimos sin tener ni siquiera candidato a la investidura como presidente del Gobierno. Ahora, las alianzas de Sánchez con Podemos y su ideología de extrema izquierda y con los independentistas pueden salir a la luz, ya que no hay más urnas que tenga que salvar el presidente en funciones, aunque los pactos puede que todavía le hagan disimular algo.

No obstante, si damos por hecho que Sánchez conseguirá la investidura con esos peligrosos aliados, la labor que tiene por delante es muy complicada. No parece factible, o no mucho, que llegue a presentar unos presupuestos para 2019, pues realmente debería presentar el techo de gasto para finales de este mes, pero el de los presupuestos de 2020, con lo que todo apunta a que las cuentas de 2019 seguirán siendo las prorrogadas de 2018. Eso dibuja un horizonte muy complicado, porque el sacar adelante las cuentas no es una tarea sencilla ni es baladí el cómo lo consiga.

Si no lo logra, el Gobierno será débil y la legislatura habrá nacido muerta. Eso implica inestabilidad económica motivada por la inseguridad de que España pueda cumplir con sus objetivos de estabilidad, comprometidos con Bruselas. Ese escenario sería similar al de una repetición de elecciones en caso de no lograr la investidura. Si, por otra parte, logra sacarlo adelante, sólo puede hacerlo con el apoyo de los independentistas y de Podemos. El apoyo separatista implica graves concesiones en términos de soberanía nacional, de manera que, si accediese a ello, generaría perturbaciones importantes en España y, por tanto, en su economía.

Y si recibe el apoyo de Podemos, esas cuentas serán todo menos sensatas: el gasto público se disparará, los impuestos serán confiscatorios y no alcanzará el cumplimiento de los objetivos de déficit y deuda, con el consiguiente descrédito para nuestra economía, la pérdida de confianza de analistas, agentes económicos, inversores, mercados e instituciones, y un aumento de la ralentización de la actividad económica y del empleo.

En cualquiera de los casos, Sánchez no parece que pueda dotar de confianza a la economía española, porque ni su preocupación es la economía española, sino sus intereses políticos, ni tiene los resortes necesarios para hacerlo, pues sus socios conducen al disparate político y económico. El horizonte político es malo, pero el económico y presupuestario, derivados del político, tienen todavía un aspecto peor, cuyo prólogo es el poco creíble programa de estabilidad que Sánchez envió a Bruselas hace un mes.

José María Rotellar,  Profesor de la UFV, del CES Cardenal Cisneros y del Trinity College

Lo último en Opinión

Últimas noticias