Un desprecio intolerable a los que menos tienen

Un desprecio intolerable a los que menos tienen

Las condiciones infrahumanas del Centro Abierto para personas sin hogar La Rosa resumen perfectamente la hipocresía teórica y la incapacidad gestora del Ayuntamiento de Madrid. Manuela Carmena siempre tiene un lugar perfectamente acondicionado para que los independentistas catalanes hagan apología del golpe de Estado en Madrid, sin embargo permite que los más desfavorecidos duerman en un suelo alfombrado por el moho y los restos de basura. La solidaridad es una palabra jugosa para los mítines, los panfletos propagandísticos y las ruedas de prensa. Otra cosa es la aplicación en la vida real, donde exige esfuerzo, constancia, eficacia y trabajo. Palabras que son ajenas al equipo de Ahora Madrid como han demostrado en innumerables ocasiones. 

Resulta vergonzoso el estado de La Rosa y la falta de seguimiento por parte de las instituciones municipales. Una dejadez que incluso provocó un brote de sarna durante este verano al que los trabajadores consistoriales respondieron con un insultante «nadie se muere de sarna, sólo pica un poco». Hasta tal punto llega el despropósito que, para seguir figurando como políticos de grandes causas, el Consistorio ha dejado de dar comida caliente en La Rosa pero, paradójicamente, exige que las galletas sean de comercio justo. Un cinismo atroz. Se supone que este lugar está abierto con el objetivo de ofrecer unas mínimas condiciones de dignidad a los que menos tienen. Lejos de eso, las personas sin recursos que acuden allí viven en condiciones de manifiesta insalubridad. 

Algo intolerable, especialmente a tenor del constante discurso buenista y aleccionador que exhiben desde el Palacio de Comunicaciones y que, como podemos comprobar con casos como éste, sólo es una pieza más de esa gran estructura de cartón piedra que es en sí misma la marca blanca de Podemos en la capital de España. Pura propaganda hueca de autenticidad. El estado de las instalaciones es el paradigma de la inhumanidad: personas durmiendo en el suelo, mugre, lavabos rotos, fregaderos carcomidos por la humedad, techos en descomposición debido a las filtraciones, baños con agujeros en las paredes… y todo ello sin que el centro haya pasado la inspección de calidad que exige la ley. Un control que deberían reclamar desde el Ayuntamiento, si es que hay alguien allí con un ápice de responsabilidad. Algo que, visto lo visto, parece bastante improbable.

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