El caudillo Iglesias se carga Podemos

El caudillo Iglesias se carga Podemos

Íñigo Errejón, aquel político de rostro aniñado que cofundó Podemos hace cinco años con el altivo camarada Pablo Iglesias, ha asestado la puntilla final a unas siglas que llevaban meses autodestruyéndose. El tándem anunciado con Manuela Carmena en Madrid no ha matado a Podemos, lo único que ha hecho ha sido adelantar la defunción de un partido que está internamente podrido a causa del totalitarismo de su secretario general.

Iglesias jamás perdonó a Errejón que éste intrigara a sus espaldas e intentara arrancarle el trono podemita cuando estaba en Europa y, a su regreso, no postergó la venganza que produce el odio. Lo castigó, lo aparto de las altas esferas de Podemos y, por supuesto, no olvidó la humillación que produce el escarnio público cambiándolo de bancada en el Congreso. Sin embargo, el candidato regional no ha sido el único que ha sufrido los ataques de soberbia de Iglesias y ha sido purgado de inmediato por no reverenciar la dictadura interna de Podemos implantada por el líder podemita. Juan Carlos Monedero, su ex pareja Tania Sánchez, Carolina Bescansa, Rita Maestre, Luis Alegre y un largo etcétera de nombres a todos los niveles institucionales han sido pasto de la arrogancia de Iglesias.

Produce estupor que, una vez conocida la nueva apuesta política de Errejón al margen de la formación morada, Iglesias se haya mostrado compungido y dolido por una decisión que ha crecido al calor de sus prácticas absolutistas que, a menudo, ha intentado ocultar bajo un falso halo de libertad. No, no ha sido Errejón quien ha hecho estallar la fugaz armonía interna de Podemos, el único responsable de esta crónica anunciada –eternamente propia del canibalismo de la izquierda– ha sido la torpeza política y el endiosamiendo del caudillo Iglesias.

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