Begoña Gómez: que investigue la Fiscalía

Begoña Gómez: que investigue la Fiscalía

La mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, la de la cátedra «fake», está organizando un encuentro de máximo nivel de empresas de América Latina, con el presidente del Gobierno, qué casualidad, como cabeza de cartel. La esposa de Pedro Sánchez colabora activamente con este evento -el Congreso del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI), que se celebrará los próximos días 17 y 18 de mayo en Madrid- a través de la Cátedra de Transformación Social Competitiva, que dirige en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) junto al Banco Interamericano de Desarrollo y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB). Como colaboradores figuran el Grupo Azvi -dedicado a la construcción, concesiones y transporte ferroviario-, Mapfre, Atlantic Copper -uno de los principales complejos metalúrgicos de Europa y primer productor de cobre de España-, Iberia y la Fundación ‘La Caixa’, que a su vez patrocina la Cátedra universitaria de la esposa del presidente socialista.

Hay que recordar que el puesto que ostenta Begoña Gómez en la Complutense provocó una enorme polémica, pues la mujer de Sánchez carece de titulación oficial reconocida,  lo que generó malestar entre docentes universitarios que han tenido que investigar durante años y desarrollar tesis doctorales para acceder a un puesto en la UCM. Además de la Cátedra, Goméz, cuyo fichaje por el Instituto de Empresa ya generó opiniones enfrentadas, es directora del máster universitario en captación de fondos para organizaciones sin ánimo de lucro, también en la UCM, del que ya se han desarrollado ocho ediciones; y de otra titulación sobre la relación de las empresas con los objetivos de la Agenda 2030.

Resulta sintomático que el ascenso profesional de Begoña Gómez haya coincidido con la llegada de su marido a la presidencia del Gobierno. Por decirlo más claro: en el tiempo que Sánchez lleva en La Moncloa, su esposa ha ido acumulando puesto sobre puesto. La guinda es el encuentro empresarial que ahora organiza y en el que, faltaría más, participan su marido y varios miembros del Gobierno. Si el delito de tráfico de influencias consiste en influir en un funcionario público o autoridad prevaliéndose de la posición que se ostenta para conseguir, directa o indirectamente, un beneficio económico, parece obvio que el caso de Begoña Gómez, al margen de valoraciones éticas, debería llevar a la Fiscalía a abrir una investigación.

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