¿Barra libre para los aquelarres etarras?

¿Barra libre para los aquelarres etarras?

El inicio del mes de agosto está siendo especialmente duro para las víctimas del terrorismo. Hace poco más de 24 horas, ha salido de la cárcel uno de los asesinos más abyectos de ETA: Santi Potros. En su infame currículo, 40 asesinatos por los que sólo ha cumplido 31 años de condena. No obstante, no es el único agravio a la memoria de los asesinados y al honor de sus familiares. Desgraciadamente, el Gobierno no rectifica y sigue pagando el apoyo de nacionalistas y proetarras vascos a la moción de censura que permitió a Pedro Sánchez desalojar a Mariano Rajoy y llegar así hasta la Presidencia del Ejecutivo. La última cesión del PSOE consiste en no sancionar por ley los homenajes a los etarras.

De esta manera, Potros u otros sicarios podrán volver a sus pueblos y ser recibidos como héroes por los radicales sin mayores problemas legales. Un mensaje peligroso para los reductos de ETA que aún quedan activos. Esta realidad insulta la memoria de los casi 900 asesinados por los etarras. Los 16.000 heridos y más de 42.000 personas que vieron sus vidas truncadas por lo ocurrido a sus familiares tendrán que revivir de nuevo el horror que provoca la impunidad de la que gozan los verdugos. Es una pena que Pedro Sánchez esté tan obsesionado con sacar del Valle de los Caídos al dictador Francisco Franco por «respeto a las víctimas» y que, sin embargo, permita campar a sus anchas a los mayores asesinos de los últimos 50 años en España.

El PSOE no sólo accede al acercamiento de los etarras al País Vasco y se opone a la prisión permanente revisable que en el futuro podría evitar salidas de prisión de criminales como Santi Potros, sino que además, ahora, vuelve a dar la espalda a las víctimas del terrorismo a pesar de que desde asociaciones como COVITE advierten del aumento de actos de homenaje que bordean el enaltecimiento del terrorismo. Algo que, no lo olvidemos, está tipificado en el artículo 578 del Código Penal con penas de uno a dos años. El respeto a las víctimas debe ser innegociable por mucho que Pedro Sánchez pretenda seguir ocupando La Moncloa con una ecuación que cada día se antoja más difícil si es que España quiere seguir siendo España.

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