El «arbitrario» e «indeseable» mercenario de La Moncloa

El «arbitrario» e «indeseable» mercenario de La Moncloa

En 2013, Pedro Sánchez era un joven diputado socialista por Madrid que empezaba a destacar en aquel PSOE liderado por Alfredo Pérez Rubalcaba, que le designó coordinador adjunto de la Conferencia Política con la que el socialismo -en horas bajas- pretendía rearmarse ideológicamente. Pues bien, sobre la figura del indulto el PSOE proponía lo siguiente: «Revisar la institución del indulto para convertirlo en un instrumento que sólo se aplique de forma excepcional, asegurando el ejercicio de una prevista y lícita potestad discrecional y excluyendo injustificables e indeseables expresiones de arbitrariedad».  Ironías del destino: el mismo coordinador adjunto de la Conferencia Política del PSOE de 2013 que reclamaba acabar con las «injustificables e indeseables expresiones de arbitrariedad» derivadas de la figura del indulto, utiliza el perdón a los golpistas catalanes de forma arbitrariamente indeseable e injustificable. Ése es Sánchez: el mayor truhan que ha conocido la política española, el presidente con menos principios de la democracia, un tahúr capaz de decir una cosa y la contraria sin inmutarse.

Decía Sánchez por entonces que la Conferencia política era el contrato que el PSOE iba a firmar con los ciudadanos. Si alguna vez el PSOE firmó ese contrato -cuestión harto discutible-, Sánchez se ha encargado de romperlo al indultar a los sediciosos catalanes a cambio de mantenerse en el poder. Reflexión aparte merece el comportamiento del PSOE actual, que ha abdicado de sus señas de identidad para abrazarse al ‘sanchismo’: no hay ninguna señal que invite a pensar que algún dirigente socialista sea capaz de resucitar el espíritu crítico de un partido que se ha rendido mansamente al jefe. Ese es el problema: Pedro Sánchez ha devorado al socialismo, convirtiéndolo en un obsceno retrato de sí mismo. Que Pedro Sánchez contradiga a Pedro Sánchez no es noticia, pero que el PSOE haya claudicado ante la figura de un mercader sin escrúpulos revela hasta qué punto el socialismo español se ha suicidado por orden del iluminado que ocupa la secretaría general.

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