La falta de seguridad en los hospitales públicos

La falta de seguridad en los hospitales públicos

La pasada semana, concretamente el fin de semana, nos sorprendía la noticia que protagonizaba una mujer, residente en Cabanillas del Campo, que había acudido al Hospital público de Guadalajara, y se había hecho pasar por personal sanitario, concretamente pediatra, para secuestrar a un bebé recién nacido. La mujer pudo entrar sin problemas en el centro hospitalario, ponerse una bata blanca, y acceder a la habitación donde se encontraban los padres junto al menor. Allí les dijo que acudía a realizar unas pruebas al recién nacido y, con este motivo, se dispuso a cogerlo en brazos y salir del hospital.

Cuando los padres, las enfermeras y demás personal del sanitario quisieron actuar ya fue tarde: la mujer había salido del centro con el bebé en brazos, pasando incluso delante del agente de seguridad que debía custodiar el hospital. Fue gracias a la actuación inmediata de la policía, a la reacción de una farmacéutica de Cabanillas del Campo –y concretamente al sistema de vigilancia de la propia farmacia–, así como a la colaboración ciudadana, que la mujer fue rápidamente identificada y el menor encontrado en el domicilio de ésta. Solamente transcurrieron tres horas desde que el bebé fue sustraído hasta que fue hallado y puesto de nuevo en los brazos de sus padres.

El mismo día, horas después, en Oporto (Portugal) sucedió algo similar. Una mujer se hizo pasar también por pediatra y con la misma excusa de realizar pruebas al recién nacido, lo cogió en brazos y se dispuso a salir del centro hospitalario. En este caso fue el padre quien lo evitó porque le resultó extraño y preguntó rápidamente a las enfermeras por esa mujer que no respondía a ningún perfil de ningún trabajador del hospital. En el caso de Portugal la mujer no pudo llegar a salir del hospital con el menor.

Estos dos casos nos sirven para comparar lo sucedido: en el caso acontecido en Guadalajara, ni existían medidas de seguridad como las pulseras que sí existen en Portugal, que están activadas y activan una alarma en caso de que el bebé salga del Hospital. Y además, la mujer en Portugal está en estos momentos en prisión provisional, mientras que la mujer del caso de Guadalajara se encuentra en libertad vigilada, debiendo acudir semanalmente al juzgado y teniendo la limitación de no poder acudir al hospital de Guadalajara ni salir de la provincia. Dos respuestas ante hechos que, además a pesar de ser muy similares, tienen diferencias notables. Porque en el caso portugués no llegó a producirse el secuestro, pero las medidas han sido más contundentes en comparación con el de Guadalajara, donde el menor sí llegó a ser sustraído y llegó a pasar horas fuera del hospital en paradero desconocido, y sin embargo la autora de los delitos –sustracción de menores y suplantación de funciones– se encuentra en libertad.  Sirva esto para reflexionar sobre nuestro sistema de seguridad en hospitales públicos, así como nuestra Justicia, que parece ser implacable en algunos asuntos mientras en otros, que suponen una gravedad y un riesgo evidentes, se comporta de manera inexplicablemente más laxa.

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