Es posible otra España… sin Sánchez

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El pasado 28 de diciembre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hizo balance de estos meses de gestión desde que prosperó la moción de censura contra Mariano Rajoy. Y lo hizo, a mi juicio, con la autocomplacencia de alguien que hace tiempo que se ha desconectado de la realidad. Entre las muchas cuestiones de la que habló en su discurso, llamó la atención cuando se refirió a la Ley de Transparencia, atribuyéndose su desarrollo por la publicación de la declaración de bienes de más de 1.000 altos cargos, tanto de su Ejecutivo como del anterior. Y digo que llama la atención por una cuestión. Concretamente porque sus palabras denotan una falta de escrúpulos el atribuirse como un logro, algo que en realidad es un ejercicio constante de ocultación y manipulación por parte de su Gobierno.

Si quiere hablar de transparencia, que comience por su ministra de Educación, Isabel Celáa, que –como ha publicado OKDIARIO– ha ocultado un importante patrimonio en la declaración de bienes y, al menos hasta la fecha, no se ha producido ninguna justificación o explicación sobre el incumplimiento de la legislación. También, por cierto, puede hablar de él mismo, que a diario usa la Ley de Secretos Oficiales para hacer uso de los recursos públicos sin el control de los instrumentos democráticamente previstos.

Sánchez, alegando motivos de seguridad, se niega a dar explicaciones o detalles de su viaje en Falcon a la boda de su cuñado en Logroño, su asistencia a un concierto de rock o sus paquetes vacacionales, así como de la identidad de sus acompañantes.  Más pronto que tarde, los españoles vamos saber lo que está haciendo el jefe del Ejecutivo y vamos a saber, además, cuánto nos está costando.

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