Un presupuesto imposible

Un presupuesto imposible
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Pedro Sánchez sigue empeñado en presentar unos Presupuestos Generales del Estado (PGE) que son inviables por diversas razones, pero su testarudez le llevan a poner en peligro a toda la economía española por el mero hecho de seguir unos meses en la cabecera del banco azul. Para ello, tras haber sido rechazada la nueva senda de estabilidad presupuestaria hace unos meses, el consejo de ministros volvió a aprobar otra que elevar a las Cortes con el objetivo de anular la anterior y llevar adelante la tramitación de los citados PGE. Esa nueva senda, incorpora los incrementos en gasto que tanto preocupan a la Comisión Europea (CE) y que, de salir adelante, pondrán en riesgo el cumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria.

Es más, la cerrazón de la ministra de Hacienda –María Jesús Montero– al insistir en que si el parlamento no aprueba la nueva senda de estabilidad sacarán adelante los PGE con la anterior, muestra el grado de poca ortodoxia con la que se presentan dichos presupuestos, pues éstos recogen las cuentas del Estado, es decir, la relación de ingresos y gastos, cuya diferencia refleja el saldo presupuestario. Por tanto, no pueden ser los mismos presupuestos con una senda de estabilidad que con otra, porque los objetivos cambian, pero este Gobierno se empeña en ello. El espectáculo de inseguridad jurídica y de impericia económica y presupuestaria no hace ningún favor a la economía española, pues da la sensación de que no les importa la ley más esencial de cada año, que no es otra que la que recoge los PGE, sino que se trata de un movimiento político destinado a ganar tiempo, o, mejor dicho, a comprárselo a sus socios.

Carmen Calvo, la portavoz del Ejecutivo, no dejaba de insistir el otro día en que PDECAT y ERC sabrían muy bien qué les convendría, dando a entender que siempre podrán tratar mejor con los socialistas que con un Gobierno del PP. Eso es muy grave, porque con los independentistas, especialmente con los que han intentado dar un golpe de Estado, no hay nada que hablar, salvo para señalar y exigir que se respete la Constitución y que se ponga fin a las prácticas secesionistas que tanto daño están causando tanto a Cataluña como al conjunto de España, y los socialistas deberían mantener también dicha postura, aunque desgraciadamente no parece que sea así. Por otra parte, estos PGE contienen tal cantidad de disparates económicos, como la subida del salario mínimo que expulsará del mercado de trabajo a tantos y tantos trabajadores, o múltiples gastos improductivos, que si se aprueban impactarán muy negativamente en la economía nacional.

No se entiende esta obcecación por sacar adelante dichos presupuestos. Si a este Gobierno le da igual cualquier cosa y no quiere convocar elecciones, que es lo que debería hacer para dejar que los españoles decidan qué quieren en lugar de retrasar la convocatoria como está haciendo, sería mejor que, puestos al esperpento, prorrogue los actuales una y otra vez mientras legalmente pueda; al menos, evitaríamos sufrir unos PGE que tanto daño pueden hacer. En cualquier caso, lo que tiene que hacer es convocar elecciones, pero mucho me temo que se resistirá tanto como pueda.

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