En España hay que pensar a largo plazo

En España hay que pensar a largo plazo

Con el paisaje de fondo de un crecimiento más bien anémico de la Europa del euro, del 0,2% en el tercer trimestre, y palpándose frenazo económico, la empresa familiar hablaba en Valencia, con enorme ovación para las palabras de su presidente, Francisco Riberas, y, según parece, sin feeling entre el presidente del Gobierno y el auditorio del congreso de la Empresa Familiar. Realmente, no hay sintonía entre este gobierno cortoplacista y quienes representan el 90% de nuestras empresas, generan el 60% del empleo, suman el 57% del Producto Interior Bruto y piensan en el largo plazo.

La empresa familiar es longeva, no vive de pelotazos, concibe la rentabilidad para capitalizarse, invertir, crecer, crear empleo, consolidarse y custodiar sus valores para las siguientes generaciones, trabaja con endeudamiento acompasado y construye su presente y futuro sobre la base de sus fondos propios, con solvencia. El pírrico crecimiento de la economía europea es introito a un cambio de ciclo y España lo aborda en peor posición que en 2008: deuda pública, déficit peliagudo, paro abominable, modelo productivo endeble, sin reformas y con una política monetaria que ya ha dado todo lo que podía dar. España sigue fuera de juego en formación, innovación y competitividad, dando la espalda a sus empresas, con un sector público empeñado en entorpecerlas y asfixiarlas a impuestos, mientras a nuestros políticos solo les interesa mantenerse en sus poltronas

Las dos Españas: la empresarial, que tira del carro y se afana, y la política, viviendo a costa de quienes trabajan. El cisma está servido. ¿Necesita España un Gobierno tecnócrata para evitar la caída a los infiernos? A todo eso, BCE, EPA y advertencias empresariales. Entre acrónimos anda el juego económico. El gran Mario Draghi, sumo sacerdote de las finanzas del euro, se mantiene en sus trece: este año 2018, cuando estén a punto de dar las campanadas en la Puerta del Sol, acaba el programa de compra de activos del Banco Central Europeo. ¡Punto final a la barre libre de dinero a espuertas! ¿Qué será a partir de enero de la deuda pública italiana y española? ¡Chi lo sa! Draghi confirma que la debilidad que está llegando supera a la prevista. Turbulencias económicas a causa del proteccionismo, los mercados emergentes y la volatilidad bursátil, enrarecen el aire económico…

Para algunos, los datos de la EPA —encuesta de población activa— correspondientes al tercer trimestre de este año, acrónimo que mide la temperatura del mercado laboral, son suave brisa marina que estimula. Para otros, en cambio, la EPA confirma augurios grisáceos de desaceleración económica por más que el paro caiga al 14,55% y es que se atisba menor empuje en el empleo… La independencia empresarial, encarnada por AECOC y su presidente, Javier Campo, ajena a tics políticos, permite pronunciarse sobre la italianización de una España debilucha gubernamentalmente que propende a la baja si no hay reformas, con un potencial de crecimiento económico que se encoge para los próximos años y una subida del salario mínimo que entrañará un efecto boomerang destruyendo empleo. Conviene plantearse seriamente elevar la edad de jubilación, a la vista del desajuste del sistema de pensiones, así como encarar el crónico problema de nuestra productividad: 32% inferior a la de la Unión Europea y un 40% menos que Alemania. Otra preocupación añadida: nuestros “ni-ni”, esos chavales que ni estudian ni trabajan, suman unos 700.000… Apremia, a todas luces, una reforma educativa en clave de formación dual.

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