La Agencia Tributaria tiene que llegar hasta el final

La Agencia Tributaria tiene que llegar hasta el final

Pedro Sánchez prometió un Gobierno de la «transparencia» y la «ejemplaridad». Así lo esgrimió como excusa argumental para consumar su moción de censura contra Mariano Rajoy. Una falacia a tenor de lo acontecido en los últimos meses. El actual Ejecutivo se ha convertido en tiempo récord en el paradigma de la opacidad. La ministra de Economía, Nadia Calviño, es el último caso de una larga lista donde también están Màxim Huerta, Pedro Duque, Rosa María Mateo o María José Rienda. Las dos sociedades instrumentales que tiene la familia de Calviño generan tantas dudas que debe comparecer si quiere mantener intacto el prestigio que había conseguido con su notoria carrera profesional. Si se demostrara que había una intención de no pagar impuestos, el caso sería indefendible.

Resulta cuanto menos curioso que haya una sociedad registrada en Bruselas a nombre del hermano y el marido de Calviño durante el tiempo en el que ella ocupó en esa misma ciudad el puesto de subdirectora de Mercado Interior y Servicios de la Unión Europea. Más, si cabe, cuando hablamos de una consultora de servicios profesionales e inmobiliarios que coincidían con las competencias de su cargo comunitario. Sospechas que aún son más acuciantes si tenemos en cuenta que dicha sociedad está registrada en Bruselas, pero tiene su sede social en Madrid. Algo que, además de extraño, es curioso, ya que dicha sede está compartida con otra sociedad de actividad inmobiliaria a nombre del progenitor de la propia ministra de Economía.

En la política, al igual que en la vida, las casualidades no se dan nunca… o casi nunca. Motivo de más para que la Agencia Tributaria persevere en las investigaciones y dé respuesta exacta a los interrogantes que se ciernen sobre Calviño, quien por mucho que insista en su «total desvinculación» y en el «ruido informativo» ha de precisar cada una de las aristas de un caso que genera muchas dudas. Dudas que persiguen al Gobierno de Pedro Sánchez —quien ha respaldado a Calviño— prácticamente desde el principio y que el presidente ahonda a causa de su cinismo. Aunque ahora actúe como si sus propias palabras le fueran ajenas, el listón ético que puso el propio Sánchez en 2015 decía que si había una persona de su equipo con una sociedad instrumental para pagar menos impuestos «estaría fuera» de manera inmediata. Algo que se ha demostrado tan falso como casi todas sus consignas.

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