Candilazos

El Doctor Fausto y la archicasta de Somosaguas

El Doctor Fausto y la archicasta de Somosaguas
Segundo Sanz

Hace tiempo que los indignamoides que juraron tomar el cielo por asalto se convirtieron en la “casta” que tanto denunciaban. Pronto llegaron las purgas internas, la comodidad del engaño, la frescas subvenciones estatales y el desengaño de quienes habían visto en los círculos una idílica forma de hacer política. Hace tiempo que Podemos transmutó de facto en esa “casta” con la que identificaban al bipartidismo y “turnismo”. Pero ahora sus dirigentes han ido un paso más allá. Han pasado a formar parte de un régimen de cuotas que prometieron y gritaron regenerar hasta la extenuación. Lo han hecho, renunciando a sus principios, a las “paredes de cristal”, a la democratización institucional, a una tercera vía de cambio. Y además, sin rubor alguno. Son ya la archicasta, adoptando los peores automatismos del sistema, aquellos contra los que precisamente nacieron.

Cada vez que un podemita con mando en plaza se permita de aquí en adelante apelar al 15-M, a la Primavera española, a la lucha de los de abajo contra los de arriba, morirá un gatito. Porque desde este momento no pueden ser creíbles, si es que antes lo eran. Su participación en el cambalache del reparto del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) por populares y socialistas es el acabose de la impostura, la mentira y el descrédito de una formación que llevó en su programa electoral —como medida estrella— poner fin a la politización de la Justicia. Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras. Por no hablar de las visitas privadas al Palacio de la Moncloa, de espaldas a los medios, para negociar el órgano de gobierno de los jueces, el apoyo de los golpistas a los Presupuestos o el indulto a estos próceres del procés. Éstos eran los que nunca estrecharía la mano en un despacho, sino delante de la gente. Ahora, apelan a la “discreción”, cuando ni saben qué es eso —véase el ajuste de cuentas protagonizado en abierto en Madrid entre los carmenistas y la troupe de Julio El Rojo—.

El macho alfa Iglesias nunca tendrá a Babieca por corcel cuando se ha traicionado a sí mismo. A partir de aquí no tiene batalla que dar en términos de autoridad moral, porque la ha perdido. El que profana su palabra dada, máxime cuando es a la ciudadanía soberana, se ha autoinfringido la peor de las derrotas. ¿Con qué legitimidad se dirigirá a sus votantes en unas próximas elecciones si ha hecho trizas el contrato que había firmado con ellos?

La excusa ingeniada en la última tormenta de ideas de la séptima planta de Princesa 2 ha sido decir que «el día que gobernemos, cambiaremos el sistema; mientras tanto, hagámoslo desde dentro». Claro, y si ese «cuando gobernemos» no llega nunca, Podemos se habrá ultrajado la conciencia y habrá engañado a sus simpatizantes durante todo este tiempo. Roma traditoribus non praemiat, se escucha ya en el sector anticapitalista de los morados. El laboratorio de aquel grupo de profe-activistas de Somosaguas, los de Pásalo del 13-M y el agitprop por la guerra de Irak, no ha logrado dar con la fórmula de éxito. Han terminado tirando la toalla y vendiendo su alma a lo que llamaban diablo. El socio del Doctor Sánchez, el Cum Fraude, es el Doctor Fausto Turrión.

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