El comercio tiene un enemigo en Madrid

El comercio tiene un enemigo en Madrid

El comercio tiene un enemigo implacable en la capital de España. Su nombre es Ahora Madrid. El equipo de Manuela Carmena parece empeñado en amargarle la existencia a los comerciantes. Por si no fuera poco con las severas restricciones al tráfico de coches, ahora vuelven a la carga con las calles peatonales de sentido único. Una medida que convierte las vías comerciales en auténticas ratoneras con el consiguiente perjuicio para empresarios y consumidores. La idea ya ocasionó el caos durante la pasada Navidad. No obstante, y lejos de aprender de los fallos, aquel despropósito volverá a estar vigente desde el próximo 23 de noviembre, día del Black Friday, hasta el 7 de enero. Además de un aspecto cercado y dirigido más propio de la norcoreana Pionyang que de una ciudad occidental, las calles de una sola dirección ocasionaron numerosos problemas durante el año pasado.

Por ejemplo, para las personas mayores con movilidad reducida, que tenían que dar la vuelta completa a la manzana si querían entrar en el primer comercio de la calle, pero estaban situadas en el extremo de salida del vial. A pesar de que no hay nada más humano que cometer errores y actuar con la intención de rectificarlos, Ahora Madrid se afana en un plan que sólo generó inconvenientes. Problemas sobre problemas que repercuten a modo de grave merma en el sector del comercio, algo afecta a la propia prosperidad de la urbe. Madrid cada vez tiene más restringido el tráfico de coches con la aplicación de ‘Madrid Central’, un plan que convertirá la almendra central en zona de prioridad residencial con acceso limitado a otro tipo de vehículos. Además, esta iniciativa, como todas las de Ahora Madrid, están sometidas a la improvisación.

Por ejemplo, durante el pasado mes de octubre, el Ayuntamiento decidió por sorpresa la suspensión de un carril del Paseo de Recoletos, una de las vías principales de la ciudad. Algo que se ha repetido en otras localizaciones clave y que ha provocado el lógico malestar en asociaciones de comerciantes, hosteleros, empresas de logística y ocio nocturno que engloban a más de 30.000 compañías y 300.000 trabajadores. Ahora, y con el plan de Navidad en ciernes, esta situación cada vez estará más agravada. En una prueba más de hasta donde puede llegar la incompetencia de los actuales mandatarios del Palacio de Comunicaciones, Madrid perdió 300.000 euros el año pasado por negarse a que los árboles de Navidad tuvieran patrocinadores. El único consuelo que les queda a los ciudadanos es que en pocos meses habrá elecciones y podrán acabar con esta concatenación de dislates.

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