Un descontrol monumental

Un descontrol monumental

La política de inmigración del Gobierno es un completo descontrol. Ante un problema creciente y muy complejo, el equipo de Pedro Sánchez desconoce cuántos inmigrantes ilegales hay en España. Carece de cualquier dato estadístico que valore el impacto social y económico de las medidas adoptadas en los últimos meses. Demuestra, en definitiva, que la frivolidad y la falta de responsabilidad del actual Ejecutivo le ganan la partida a las medidas serias que demanda este problema. Se constata, por tanto, que la acogida de los 629 tripulantes del barco Aquarius fue una operación de publicidad, no una acción humanitaria. De lo contrario, el control sería mucho más serio y efectivo.

Lo único que consiguió aquel rescate de telediario y prime time fue elevar el efecto llamada a cotas inabarcables. Ahora tenemos sobre la mesa las consecuencias en forma de alarmante desatino. Algo que es malo para nuestro país, pero que, sobre todo, es desastroso para todas esas personas que se juegan la vida en el mar huyendo de un contexto de guerra o miseria —muchas veces ambas cosas a la vez— para encontrar un país gobernado por políticos irresponsables que, lejos de ofrecerles condiciones dignas y ayuda, los tienen desatendidos por pura desorganización e inviabilidad. La frivolidad en este tipo de problemas tan serios la pagan las personas más necesitadas.

El anterior presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, puso los medios para rescatar a 5.000 personas, pero jamás hizo publicidad de ello ni intentó sacar rédito político. Un gesto de responsabilidad y coherencia que bien podría haber copiado Pedro Sánchez, ya que la inmigración procedente de África requiere de una acción conjunta y controlada por parte de la Unión Europea. Es la única manera de ponérselo difícil a las mafias y dar unas condiciones de acogida dignas. Lejos de eso, lo primero en lo que pensó el PSOE fue en flexibilizar la entrada y aumentar los visados para que los inmigrantes pudieran votar en futuras citas electorales. Un cortoplacismo interesado que, lejos de acabar con el problema, lo agravará aún más. Organización y seriedad o los primeros que lo pagarán serán los propios inmigrantes.

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