El disparate presupuestario

El disparate presupuestario

Hace unos días escenificaban, primero, el acuerdo entre PSOE y Podemos para sacar adelante unos Presupuestos que eran bolcheviques. Posteriormente, el Gobierno se reunía para tratar de mandar a Bruselas la información necesaria para su revisión. Con posterioridad, se les advertía en España de que pretender aprobar unos presupuestos que no cumplen con la senda de déficit es algo ilegal. Ante esto, la ministra Montero ha venido a decir, con gran desparpajo, algo así como que «los Presupuestos están para no cumplirlos». Ya sabíamos que las promesas electorales solían reunir, en muchos casos, esa cualidad, pero ignorábamos que los Presupuestos también se elaboraban para saltárselos a la torera.

Por mucho que la ministra Montero nos explique que esa práctica de incumplimiento la aplicaba ella como consejera de Hacienda en Andalucía, no significa que pueda llevarse a cabo. De hecho, Andalucía debería haber sido intervenida durante varios años por incumplir los objetivos regionales de déficit y deuda, en aplicación de la Ley de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera. Ella estaba acostumbrada a que le daban muchas veces unas décimas adicionales de déficit sobre el PIB, quitándoselo a otras de su objetivo, como en el caso de los objetivos de déficit asimétricos aprobados el 31 de julio de 2013 y que, aunque aun así lo incumpliese, no pasaba nada, porque el FLA, al que estaba abonada por ser una región reiteradamente incumplidora, le financiaba sin problema lo presupuestado y el exceso en el que incurría cada año.

Por eso, la ministra Montero eleva el gasto en ese horror de Presupuesto en varios miles de millones de euros, incrementa los impuestos aunque, al tiempo, reconoce que no tendrán impacto recaudatorio, y daña a la economía con la revalorización de las pensiones ligada al IPC o con la elevación del salario mínimo a 900 euros, que expulsará del mercado de trabajo a muchas personas, las laboralmente más débiles. Pues bien, la ministra va más allá y pretende aprobar esos Presupuestos con una senda de déficit mucho más exigente que la que necesitarían unas Cuentas Públicas tan expansivas como los que quiere presentar la ministra. La única senda de estabilidad aprobada fue la presentada por el Gobierno de Mariano Rajoy, de manera que o presentan unos Presupuestos que se ajusten a ella o tienen que presentar una nueva senda de estabilidad para que las Cortes se pronuncien, senda de estabilidad coherente con el despilfarro que supone ese Presupuesto ruinoso.

Y esa senda, aunque la aprobasen, tendrá que tener el visto bueno de Bruselas, y ahí empieza otro problema para Sánchez, sus ministros y sus aliados, porque no parece probable que la UE vaya a aceptar una flexibilización en el cumplimiento de España. Y no queda ahí la cosa. Bruselas ya está exigiendo aclaraciones sobre la naturaleza del proyecto de Presupuestos, ya que no le cuadran las cifras —ya decíamos la semana pasada que era el cuadro macroeconómico del descuadre—, de manera que sospecha que, con esas cuentas, España incumpliría el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Eso es lo que va a pasar como Sánchez logre sacar adelante esas cuentas: que España volverá a tener un déficit por encima del 3% del PIB, con las correspondientes sanciones llegado el caso. Eso, y que la economía española quedará herida de muerte.

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