Se activan las señales de alerta en España

Se activan las señales de alerta en España

Los primeros días de este mes de septiembre son de marejadilla en el plano económico. Un cierto tono de decepción parece hacer mella entre el respetable. El paisaje más o menos bonito del que hablábamos en las tertulias agosteñas se desdibuja. La revisión a la baja del crecimiento económico de los dos últimos años, que queda fijado en el 3,2% y 3%, respectivamente, en 2016 y 2017, ha sentado como un jarro de agua fría por lo que se pulsa en el ambiente. España ya no crece, como nos jactábamos, con ese vigor excitante por encima del 3% sino que lo hace justo al 3%, ni más ni menos. Quizá, lo peor es constatar cómo en 2015 el PIB español creció al 3,6%.

La comparación con 2016 y 2017 nos lleva a un pequeño shock: lo mejor del crecimiento de la economía española queda atrás y en el horizonte de 2018 se perfila que crecerá al 2,7% y en 2019 al 2,3%. En consecuencia, los motores de nuestra economía ya no rugen como en 2015. El consumo privado, centrado en el de los hogares, es decir, en nosotros, deja de pisar con garbo y pierde mordiente. En 2017, finalmente aumentó un 2,5% cuando en 2016 lo hizo en un 2,9% y en 2015 en el 3%. Quiere esto decir que los impulsos consumistas se están desacelerando y, en definitiva, que las familias gastan menos. ¿Por qué? Los sueldos, pese a algún pequeño incremento salarial, están estancados.

Esta percepción queda ratificada al comprobar que las remuneraciones de los asalariados en 2017 fueron inferiores a la cifra inicialmente presentada: 547.311 millones de euros que son 12.500 millones menos que en 2008 y 2.000 millones menos que en 2009. Entretanto, las movidas políticas de toda suerte provocaron que en 2017 el consumo de las Administraciones Públicas saltara al 1,9% cuando en 2016 lo había hecho al 1%. El número de puestos de trabajo de empleo equivalente a tiempo completo en 2017 fue de 17.951.000 mientras que en el añorado 2008 se alcanzaron los 19.850.000; prácticamente, seguimos con 1.900.000 menos de empleos en 2017 en comparación con 2008.

Y la economía española en 2017 se impulsó gracias la demanda interna que aportó el 2,9% de crecimiento mientras la demanda externa recortó su contribución a un nimio 0,1%. En concreto, nuestras exportaciones de bienes y servicios sumaron 400.216 millones de euros y las importaciones ascendieron a 366.225 millones. Si solo fuera eso, que deja un sabor de boca algo amargo fundamentalmente porque desde los estamentos oficiales nos venían cantando las lindezas de nuestra economía y el robusto crecimiento del que estábamos disfrutando —y la cantinela por cierto prosigue—, pues más o menos el optimismo se resentiría, pero lo encajaríamos digamos que de aquella manera y siempre con la dignidad ciudadana que nos caracteriza.

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