El efecto mariposa contagia a la Bolsa española

El efecto mariposa contagia a la Bolsa española

Septiembre, decíamos días atrás, es un mes turbio. Los primeros días de vuelta a la normalidad van provocando algún que otro sobresalto indicativo de que las cosas desde la perspectiva económica no funcionan como querríamos. De un lado, se está produciendo un efecto mariposa que contagia a la Bolsa española. Sobre varias economías emergentes, con más o menos peso, se está cebando una epidemia. Son economías dolarizadas cuya excesiva dependencia de la moneda norteamericana las hace extremadamente sensibles a cualquier movimiento que se produzca por parte de la Reserva Federal. Sus finanzas públicas son ciertamente vulnerables, sus déficits fiscales preocupan y sus volúmenes de deuda generan dudas.

El fin de la generosa política monetaria de la FED poco a poco va dejando sentir sus efectos retardados y en la medida que los tipos de interés en Estados Unidos recuperan unos niveles aunque sean mínimos, se golpea el bajo coste de la financiación del que hasta la fecha se beneficiaban países emergentes pero con el añadido de que gran parte de su deuda está nominada en dólares y los cambios en la paridad de la divisa unidos a la caída de las monedas locales, es susceptible de provocar un colapso financiero. Los flujos de dinero saliendo de esos países emergentes al ver que las señales de alerta se encienden, agravan el panorama. En algunas economías emergentes, la devaluación monetaria se precipita, los tipos de interés se disparan, los riesgos de corralito aparecen y el pánico en sus mercados bursátiles empuja a la baja una serie de valores. Entre las economías emergentes que estos días centran la atención y más preocupan se encuentran las dos grandes potencias de América Latina, Argentina y Brasil, y ese país a caballo de Europa y Asia, Turquía, que conforma Eurasia, proveedor comercial en diversos sectores de productos para la Unión Europa.

Pues bien, la fuerte exposición de grandes empresas españolas que invierten por esos lares —Argentina, Brasil, Turquía— y la devaluación, respectivamente, del peso, del real y de la lira, siembran preocupación en los inversores, sobre todo foráneos, de títulos bursátiles españoles que atisban posibles amenazas de índole económica. Eso les hace retirar sus posiciones en valores del Ibex y, en consecuencia, así se explica en parte el tono bajo que exhibe la Bolsa durante los primeros días de septiembre. Con todo, hay otros factores que afectan a esa contracción bursátil española. Somos primos hermanos de la vecina Italia y lo que sucede en ella por fuerza contagia a España. La preocupación que en los ambientes internacionales y desde la misma Bruselas se da por esos tics populistas italianos junto con lo que puede ser una pérdida de disciplina fiscal, con un gasto público acelerándose, un déficit en complicada situación y una deuda pública que va creciendo sin pausa y con peligrosidad, enturbia no solo la confianza en el país transalpino sino también en España. Además, la proximidad de Italia y España con Turquía y las relaciones comerciales entre los tres países añaden más oscuridad acerca de la evolución de sus respectivas economías.

De otra parte, la Bolsa es un buen termómetro que marca la temperatura de una economía, en este caso, de la española. Como parte de Europa, nos afecta el temor a que en las próximas semanas rebrote la guerra de los aranceles iniciada por el inefable Donald Trump, que parece estar bajo una tregua muy temporal, y se teme que en cualquier momento el actual inquilino de la Casa Blanca se despierte arremetiendo contra la Unión Europea y el impacto para nuestras exportaciones hacia Estados Unidos pueda ser doloroso. Por añadidura, no nos engañemos, esos tumbos que se advierten en la política fiscal del actual Gobierno español anidan mayor desconfianza en el sino de nuestras cuentas públicas. Los reiterados globos sonda sobre las subidas de impuestos, el acento populista en la gestión del gasto público, que se retome la senda de un déficit alejado de los objetivos comprometidos con Bruselas, son en definitiva elementos que desconciertan en esa rentrée del curso. Pero hay más cosas de las que seguir hablando en estos primeros días de septiembre…

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