Sánchez no puedo dejar tirados a los policías

Sánchez no puedo dejar tirados a los policías
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El independentismo sigue preparando su otoño caliente. Dos citas inmediatas, la Diada y el primer aniversario del golpe catalán el 1-O, están elevando por momentos la tensión que desde hace tiempo recorre las calles de ciudades y pueblos en Cataluña. Hace menos de una semana, la retirada de lazos amarillos centraba la atención y la ira de los secesionistas, con agresiones físicas incluidas. Ahora la llegada de policías de refuerzo ante la que se avecina en las fechas señaladas vuelve a elevar el nivel de crispación hasta pasar las líneas rojas del Código Penal.

Es inadmisible que la acción de los separatistas promoviendo campañas de acoso a unos servidores públicos a los que llaman «ratas» y «nazis» y la inacción de un Gobierno sumiso, vendido al apoyo de un puñado de diputados para sustentar una legislatura insostenible, se mantenga ni un minuto más en Cataluña. Torra y los suyos saben que, aunque la sombra del 155 planea sobre sus cabezas, Sánchez va con el freno de mano puesto. Eso sí, cualquier conato de violencia, cualquier episodio similar al que sucedió con el acoso a los guardias civiles que custodiaban una comisión judicial en la sede de la Hacienda catalana, obligaría a Marlaska a tomar medidas correctivas. Algo que ni él ni Torra desean.

No cabe duda de que si hace casi un año se agitaron las calles buscando la provocación, el enfrentamiento con la Policía y la Guardia Civil, en 2018 pasará exactamente lo mismo. El ministro del Interior se ha mostrado, hasta el momento, dialogante y ha mantenido la equidistancia con los responsables de Interior catalanes –tan independentistas como Forn y compañía– a la espera de que la sangre no llegue al río. Pero ayer, como hoy, la mecha ya está encendida.

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