Subir los impuestos a la banca es un error

Subir los impuestos a la banca es un error

Cargar aún más de impuestos a la banca en estos momentos no es, ni mucho menos, la solución más adecuada; antes al contrario, sería un craso error. En primer lugar, porque una gran parte de los beneficios que obtienen las principales entidades financieras se generan allende nuestras fronteras con lo cual volverían a tributar aquí y, si esto fuera así, se estaría ante una multiplicación de la tributación sobre sus ganancias. Y, en segundo lugar, porque sería conveniente que quienes esgrimen como fundamento los copiosos beneficios que, según ellos, está cosechando la banca española dieran un vistazo a las cuentas de resultados de nuestras entidades de depósito. Los ingresos o productos financieros han ido cayendo de forma muy acusada en los últimos años: en 2008 superaron los 141.000 millones de euros y en 2017 se quedaron en 33.000 millones. El margen por intereses es insuficiente para cubrir los gastos de explotación en el último año.

Y, lo peor: 2017 se cerró con un resultado negativo agregado antes de impuestos por parte de las entidades de depósitos españolas de -9.276 millones de euros y, después de impuestos, el déficit rondaba los -4.000 millones de euros. A la postre, no estaría de más que antes de lanzar alegatos en pro de aumentar la tributación de la banca, se ojearan sus guarismos. Por último, si la banca tiene que satisfacer una mayor carga impositiva al final quien acabará apechugando con ella será la clientela y, desde luego, el crédito bancario, siempre necesario y más ahora para proseguir con esa teórica recuperación de la que tanto se habla, tiene que fluir hacia nuestras empresas y familias o de lo contrario padecerán un estrangulamiento financiero.

En cuanto a la creación de nuevas figuras tributarias, ya sean estatales y/o autonómicas, el asunto está claro: aumento de la presión fiscal que ya de por sí padece la ciudadanía española y mayor empobrecimiento para nuestras familias. En este punto, de nuevo una recomendación para nuestra miope clase política: qué eche un vistazo a la economía familiar. Los ingresos medios por hogar, que en 2008 se situaron en 30.045 euros, han descendido desde entonces y ahora están en 27.588 euros. Y el gasto medio anual por hogar que en 2008 fue de 31.711 euros ha ido de capa caída y actualmente es de 29.188 euros. Otrosí, una tercera parte del gasto familiar se lo lleva la vivienda…

Será bueno, como siempre decimos, que nuestros políticos vivieran en la España real y sintieran de primera mano las necesidades de este país. Y no sería malo, sino más bien muy productivo, que siguieran algún curso de guion cinematográfico para inspirarse con sana imaginación en lo concerniente a la financiación de las pensiones. Noruega, desde luego, sería un buen destino para que nuestra clase política viajara un poco, Chile no estaría nada mal para darse un garbeo y Singapur bien merece una visita. Se puede aprender si se está dispuesto a escuchar; si no, nunca se aprende nada y uno va de enterado por la vida creyendo saber y solo sabe, aunque no lo sepa, que es apóstol de la ignorancia…

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