Torra, el PNV y Bildu: la misma cosa

Torra, el PNV y Bildu: la misma cosa

Llegó contento el sedicioso Torra a La Moncloa. Después de meses de discrepancias temporales con el PNV, ambos, los separatistas de Cataluña y del País Vasco, ya viajan en la misma dirección: la independencia, de forma que el xenófobo de la Generalidad ya le pudo advertir a Sánchez: “Nosotros no estamos solos; los nacionalistas vascos nos van a apoyar en nuestro objetivo porque es el mismo”. Torra, que es un ágrafo “enragé”, seguro que no supo explicar al ocupante del Palacio que en Vitoria se ha aprobado la falsilla de un nuevo Estatuto que, entre otras lindezas, promueve un referéndum pactado con Madrid para largarse como un tsunami de España.

Es lo que el PNV y sus socios proetarras de Bildu han  llamado, al más estricto sentido del golpista caribeño Maduro, “consulta habilitante”. Urkullu, el maestro de euskera, ha pactado con los sucesores de Ternera, Potros o Txapote, tres asesinos humanicidas, un texto que dinamita el de Guernica, en el cual se incluye como providencia inexcusable una doble consulta para someter a la ciudadanía de las tres provincias al sofoco de apoyar lo que ellos, PNV y Bildu, ya han promovido: la fuga a toda prisa de España.

Torra sabe que esta martingala de Urkullu, los herederos del crimen y los soviéticos de Podemos no tiene un pase en la Constitución Española, pero les trae por una higa; lo trascendente es que, por primera vez en la Historia, los separatistas de ambos territorios persiguen en comandita el mismo fin: largarse de España. Urkullu se ha quitado el disfraz de chico inculto, pero más moderado que nunca a poner al Estado en un brete. Ni siquiera engaña a este Sánchez que lo pone todo en almoneda para que él mismo y su gurú vendehúmos, Iván Redondo, se tiren un par de años en La Moncloa. Torra, Urkullu y Bildu ya son la misma cosa, son los barreneros de esta nueva acometida que no cesará hasta que el presidente que nunca ganó una elección, se avenga a pactar un par de consultas al alimón. Y es que en lugares socialistas muy próximos a Sánchez ya se empieza a proclamar que “las urnas siempre estarán por encima de las leyes”. Es decir, que no hay por qué demonizar los referéndum, “veáse si no —me dice un alcornoque del puño y la rosa— el caso de Suiza”.

Así estamos. Este es un Estado en agonía en el que el principal partido del centroderecha se pelea en un remedo de primarias que parió algún estúpido de la calle Génova, y el otro va de gesto en gesto progre fotografiándose con la LGTB y fabricando vientres de alquiler, mientras en Cataluña como en España entera, Rivera ha desaparecido; ni está, ni se le espera. Todas las fechorías antidemocráticas que está pertrechando Sánchez y su chisgarabís Redondo, no tienen réplica, gozan de inmunidad y de impunidad. Por eso, Torra ha estado hoy tan feliz en los jardines presidenciales que Sánchez nunca debió pisar, en la sapiencia de que su xenofobia antiespañola ya tiene acompañantes en el país, donde el PNV, que iba de morigerado, se ha juntado con los colegas de los asesinos de ETA y los ultraizquierdistas del comunismo feroz, para un solo objetivo: romper España cueste lo que cueste. La estrategia está denunciada; Sánchez, desde luego no es el mejor barrenero que pueda volarla.

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