Que marque la ‘X’ el abad de Montserrat

Que marque la ‘X’ el abad de Montserrat

La Iglesia Católica sigue dando pasos en Cataluña para conseguir la total desafección de todos sus fieles en España. Sus jerarcas en la región, propensos a organizar aquelarres independentistas en sus templos, ahondan en su desafío al Estado de Derecho y con su apoyo a los golpistas colaboran a la desestabilización de España. Ahora que los españoles nos encontramos haciendo la declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), debemos tomar nota y dejar de marcar la ‘X’ en los borradores. Si quieren dinero, que se lo pidan al huido Carles Puigdemont o al abad de Montserrat, Josep Maria Soler, por permitir que 800 ancianos vestidos con prendas amarillas profanen un lugar de culto y recogimiento como es el Monasterio de Montserrat.

La única intención de los participantes era politizar un espacio sagrado para los feligreses hasta el punto de colgar un lazo amarillo sobre el cuello de la virgen. Lamentablemente, este comportamiento no es de extrañar si tenemos en cuenta la actitud del propio Josep Maria Soler. El abad de Montserrat definió como “presos preventivos y en el extranjero” a los golpistas y acusó al Gobierno de “retroceso” por la aplicación del artículo 155 de nuestra Carta Magna, que sólo pretendía proteger una seguridad jurídica a la que la Iglesia Católica le hace un flaco favor alentando y promoviendo este tipo de actos.

Soler llegó a permitir que los violentos CDR —la kale borroka catalana— organizara una concentración para defender la deriva separatista y a sus instigadores. Hechos que, lejos de ser aislados, son parte del día a día en Cataluña. El obispo de Gerona, Francesc Pardo, también consintió que la Iglesia de Sant Pol de Mar —en Barcelona, pero perteneciente a su Diócesis— cediera el templo a la exhibición de perniciosa propaganda independentista. Algo que dio continuidad a la cesión de la Catedral de Gerona, que también sirvió como mural expositivo de los CDR. Así las cosas, la Conferencia Episcopal sigue sumida en un silencio connivente. El daño que le están haciendo a una institución tan significativa en nuestro país puede ser irremediable. Para empezar, en cuestión de ingresos.

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