¿Cuál es la factura de los Presupuestos Generales del Estado?

¿Cuál es la factura de los Presupuestos Generales del Estado?

Ahora que la duda puede convertirse en la partida dominante de los Presupuestos Generales del Estado, conviene recordar en qué se gastará España el dinero público, a expensas de las posibles enmiendas que estén por venir. En estas Cuentas Públicas de 2018, prevalece sin duda la carga emocional de su gasto social y las componendas más bien políticas en vez de abordar el contexto de sus cifras. Vaya por delante que en España la cuestión de los Presupuestos viene a ser una especie de puzle de complicado montaje. El Estado presenta sus presupuestos, la Seguridad Social tiene los suyos, las Comunidades Autónomas cada cual elabora sus cuentas presupuestarias y las Corporaciones Locales tres cuartos de lo mismo. Por consiguiente, cuando hablamos de los ingresos o de los gastos de Estado uno suele ir más o menos perdido por cuanto sus referencias acostumbran a ser parciales.

Así, los tan cacareados Presupuestos que el Congreso aprobaba el 23 de mayo —ya veremos si sirven— se referían a los Generales del Estado sin englobar el peso de las autonomías y las corporaciones locales. Por eso, conviene escudriñar a cuánto ascenderá en 2018 la factura total del gasto público en España, sumando el total en el que incurrirá el conjunto del Estado, esto es, Administración Central, Seguridad Social, Comunidades Autónomas y Corporaciones locales. Del mismo modo, interesa conocer cuál será el monto de los ingresos públicos. El gasto público total de España en 2018 se presupuesta en 491.291 millones de euros, equivalente al 40,5% del producto interior bruto (PIB) estimado que, según los cálculos del Gobierno, alcanzará 1.212.392 millones de euros. En 2017, el gasto fue de 476.543 millones de euros que en porcentaje representó el 41% de nuestro PIB, 1.163.662 millones de euros.

Según esos números preparados por el Gobierno, el PIB en 2018 crecería en 48.730 millones de euros en valor absoluto, con una tasa de variación anual respecto al ejercicio anterior del 2,7%. Las premisas de los presupuestos para 2018 son las de abordar una senda robusta y sostenida, en la que nuestra economía crezca de forma equilibrada. Eso quiere decir que se combinen adecuadamente la demanda interna —donde el consumo privado y la inversión tienen que seguir animados— y la externa —a través del motor de las exportaciones— que no solo depende de nosotros sino de cómo sea el comportamiento de la economía europea y mundial y, sobre todo, de cómo funcionen los mercados españoles hacia los que se dirigen nuestras exportaciones.

Que las grandes potencias de la eurozona —Alemania, Francia e Italia, con esta última como caso aparte— no tiren con el dinamismo que cabe esperar, empaña el destino por excelencia de nuestras exportaciones. Que el Brexit desate tensiones entre la Unión Europea y Reino Unido es otro foco digno de consideración. Que el amigo Trump no vuelva por sus fueros proteccionistas con toques de aislacionismo y sus reacciones arancelarias, constituye otro extremo al que prestar atención porque sus reacciones son bastantes imprevisibles dependiendo de con qué pie se levante. De nuevo, juega aquí un papel primordial el precio del petróleo, ese viento de cola que está dejando de serlo. Y también, para que se cumplan los objetivos presupuestarios, es imprescindible que el coste de nuestra deuda pública no se acelere. Italia puede representar en este punto un jarro de agua fría por la influencia que su contexto podría acarrear en nuestra prima de riesgo.

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