Italia es el dolor de cabeza de la UE

Italia es el dolor de cabeza de la UE

Para nuestras finanzas públicas, la pérdida del “turismo prestado” redunda en una caída de ingresos fiscales. Menos visitantes, menos gasto, menos recaudación de impuestos. El cumplimiento del objetivo de déficit público para 2018 está en la cuerda floja y ya hay quienes opinan que será difícil poder bajar efectivamente del 3%, lo que significaría dejar nuestro déficit público en torno a los 27.000 millones de euros. Buenos propósitos y buenas intenciones al margen, lo incuestionable es que la deuda pública sigue creciendo. Y si eso es algo preocupante, automáticamente nos conduce a Italia porque allí el montante de su deuda pública la hace vulnerable con una cifra de 2,263 billones de euros equivalente al 131,8% al cierre de 2017.

Por suerte, los tenedores de gran parte de esa deuda no son extranjeros sino la gente del propio país y, cómo no, el Banco Central Europeo. Lo que sí preocupa hoy en Europa es el posicionamiento final del que será el gobierno italiano, más después de la renuncia de Giuseppe Conte a formar ejecutivo. Euroescéptico, tal vez más escorado a salir del euro que no a permanecer en él, postura iconoclasta frente a Bruselas, bajadas de impuestos combinadas con renta básica con serios riesgos de que el déficit público italiano —39.691 millones de euros en 2017, 2,3% del PIB que fue de 1.716.935 millones de euros— se dispare, mayor volumen de deuda pública pues a la vista, desafiante con la austeridad marcada por los oráculos del Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo…

Si todo eso, ya de por sí, rompe rigores presupuestarios y ortodoxias predicadas por las sacrosantas instituciones, lo malo es que los terremotos presupuestarios y financieros que puedan provocarse en la querida Italia tengan sus réplicas en otras economías periféricas del Sur de Europa y es en esa tesitura donde España cuenta con todos los números para sufrir una sacudida por los posibles conflictos económicos transalpinos.

Habrá que ver, a todo eso, cuando se decide el Banco Central Europeo a ajustar los tipos de interés si bien todo apunta a que será en 2019. Es condición sine qua non que la economía de la eurozona marche a paso aceptable y no se gripe, que la inflación, sobre todo la subyacente, dé muestras de recuperación, que los salarios estén mínimamente animados, que las exportaciones de la zona euro funcionen bien, que no haya trabas a vender en otros mercados y que el motor de Alemania no pierda velocidad… Si todo va bien, nosotros iremos bien…

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