Pactar con los separatistas sería la ruina

Pactar con los separatistas sería la ruina

Pedro Sánchez vuelve a repetir los errores de su primera etapa como líder del PSOE y retoma la senda de la irresponsabilidad al dejar abierta la opción de pactar con populistas e independentistas con tal de ser investido presidente del Gobierno. La moción de censura del secretario general del Partido Socialista sólo puede prosperar con el apoyo de los enemigos de España. Ciudadanos, que persevera en su condición de garante del constitucionalismo, ya le ha dicho que no trate de obtener a través de un «atajo» lo que debería luchar por el camino de la democracia. Un camino que lleva ineludiblemente a unas elecciones generales. Cierto es que la sentencia del caso Gürtel contra el Partido Popular ha creado una inquietud que no beneficia en absoluto a España.

No obstante, la propuesta de Sánchez puede provocar que sea peor el remedio que la enfermedad. El líder socialista convierte la política en egoísmo y, con tal de alcanzar el sillón de La Moncloa, parece que no le importa llevarnos a la ruina. Porque eso sería justamente lo que sucedería: nuestro país estaría abocado al desastre si en sus planes infirieran los independentistas catalanes y los populistas de Podemos. Formaciones ambas que no se han cansado de despreciar nuestra Constitución y nuestro Estado de Derecho. El partido que dirige Albert Rivera hace bien en imponerle condiciones férreas para evitar semejante dislate. Desde el propio PSOE hay voces que no entienden el movimiento de su cabeza visible.

Las palabras del exministro de Defensa José Bono sobre la moción de censura que intentará Sánchez son significativas: «Con Bildu o los separatistas no iría ni a misa». Algo que también se ha reflejado en el sector financiero, ya que desde que el secretario general socialista anunciara dicha moción el Ibex ha caído un 1,7% y la prima de riesgo se ha disparado desde los 92 puntos básicos del jueves hasta los 106 de este viernes. Tras la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, todos los actores políticos deberían perseverar en la estabilidad nacional. Más, si cabe, con un talibán de la política como Quim Torra al acecho en Cataluña. Resulta curioso que Pedro Sánchez lo considere «el Le Pen español» y, sin embargo, pida el apoyo de los partidos que lo sostienen: los separatistas de ERC y PDeCAT.  Si Sánchez insiste en transitar ese camino, destruirá su carrera política, acabará con el PSOE y hundirá el futuro de España.

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