Miscelánea económica: un mayo agitado (I)

Miscelánea económica: un mayo agitado (I)

Sin duda este mes de mayo está resultando ciertamente movido en el terreno económico. Si recordáramos algunas colaboraciones de meses atrás, veríamos como en ellas ya se advertía sobre una serie de riesgos que acechaban a la economía mundial, unos localizados en América, más en la del Norte que en la del Sur; otros con rasgos asiáticos, pensando mucho en China y apuntando a Corea del Norte no por su potencia económica sino por la nuclear, junto al conflicto con Irán; unos terceros, ubicados en nuestra Europa e incluso los últimos marcados en Rusia. Veamos.

La economía norteamericana se va comportando, su PIB al cierre de 2017 la consolida como la indiscutible líder mundial con cerca de 17,2 billones de euros, una tasa de paro por debajo del 4%, el empleo funcionando bien —aunque tanto por allí como por aquí las demandas salariales tímidamente se empiezan a sentir— y Wall Steet que encarna la bolsa norteamericana y mundial por antonomasia, salvando algún bache de semanas atrás, sigue embalada y algunas de las grandes tecnológicas ya empiezan a divisar la meta mágica y espectacular de que su capitalización bursátil alcance el billón de dólares con el interrogante de si ese hito se producirá dentro de este mismo año o habrá que esperar a 2019… Cómo no, la Reserva Federal responde a ese buen comportamiento de la economía norteamericana confirmando sus anuncios de graduales subidas de los tipos. Endeudarse será más caro y eso en teoría tendría que conllevar una especie de freno a las ínfulas inflacionistas.

Y es ahí donde surge el problema para las economías de países emergentes y en desarrollo que están excesivamente dolarizadas, como Argentina, por ejemplo, donde la confianza en su peso es muy baja y el refugio del dólar americano da seguridad a los amigos argentinos. Subir los tipos de interés por parte de la FED no es una decisión que afecte exclusivamente a los Estados Unidos, sino a todo tipo de países dolarizados que mientras sus economías vayan tirando con un dólar asequible y unos tipos asumibles no pasa nada. En Argentina, la inflación se dispara como en otras épocas, los tipos de interés se fijan en unas cotas elevadísimas, los desajustes presupuestarios complican las cuentas públicas, la sequía castiga a la producción agrícola… Argentina revive viejos y periódicos fantasmas y, de nuevo, veremos en qué grado tiene que ser auxiliada por el Fondo Monetario Internacional. Ingrato recuerdo años atrás.

Volvamos a Washington, donde la impredecible política económica de Donald Trump agita serias dudas. La guerra comercial con otras grandes potencias económicas, con China en la diana y mirando de refilón a nuestra Europa, se encuentra en stand by, pero en cualquier momento se puede desenterrar el hacha de guerra más por los prontos de Trump que no por las reacciones de chinos y europeos. Eso es malo cuando vemos que en los últimos años se ha dado un progreso económico muy relevante en el plano internacional con una positiva evolución del comercio mundial y el crecimiento ha beneficiado a muchos países al punto de que en 2017 se ha confirmado esa sincronización de mejoras de las economías tanto en los países avanzados como en los emergentes y en desarrollo. Que ahora se pongan trabas, en forma de ajustes arancelarios, a las transacciones comerciales entre Estados Unidos y los otros principales protagonistas de la película que es la economía mundial, es malo de solemnidad y evidentemente dar el paso en esa dirección acarreará consecuencias nefastas para norteamericanos, chinos y europeos y de retruque, en plan carambola, a otros países que tienen dependencia, más o menos acusada, de esos tractores económicos.

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