Ciudadanos habla con hechos en Cataluña

Ciudadanos habla con hechos en Cataluña

Ciudadanos habla con hechos en Cataluña y eso tiene una incidencia directa en su creciente cotización política en el resto de España. El último barómetro del CIS confirma el sorpasso al PSOE y los sitúa a tan sólo 1,6 puntos del Partido Popular, convirtiéndolos así en una alternativa más que real para gobernar España. El partido de Albert Rivera es, además y por derecho propio, la indiscutible referencia constitucionalista en la comunidad autónoma catalana. Ese trampolín los puede llevar directos a La Moncloa si perseveran en la férrea oposición a los secesionistas. Por ahora, están utilizando la fórmula que fundamenta una gestión política creíble: la realidad de las acciones supera las expectativas de los discursos y las palabras. La iniciativa de recurrir al Tribunal Constitucional para impedir el voto delegado de los huidos Carles Puigdemont y Antoni Comín es impecable.

Lástima que el Ejecutivo no la haga propia, ya que tiene la potestad de anular esa posibilidad automáticamente según el artículo 161.2 de la Constitución española. Bien es cierto que la labor de la oposición siempre es más agradecida que la del Gobierno, especialmente en contextos difíciles como el que vivimos. El Partido Popular apuesta por desbloquear España y la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado se hace imprescindible para ello. No obstante, la formación de Génova 13 haría bien en no conceder imposibles ni fiarlo todo a la viabilidad a cualquier precio de las Cuentas Públicas. Hay aspectos que son sagrados para los españoles. Entre ellos, ser inflexibles contra los que han tratado de subvertir la legalidad vigente en España. En ese sentido, Ciudadanos está trabajando de un modo óptimo.

No sólo ha recurrido al Tribunal Constitucional —aunque dicho recurso no vaya a impedir que voten Puigdemont y Comín— sino que además recurrirá la investidura de cualquier president que salga del voto de estos dos huidos de la justicia. La parte negativa de esta situación, sin embargo, es que el interés electoral pueda separar a PP y Ciudadanos, dos partidos que, por cercanía ideológica y por el propio interés de los españoles, deberían entenderse y asentar una fluida colaboración política. Ambas formaciones han de seguir negociando con la vista puesta más allá de las próximas elecciones. Con el Partido Socialista desnortado y Podemos —como siempre— del lado de los radicales, una unión entre ambos resulta fundamental para la prosperidad de España.

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