En pie, famélica Legión…

En pie, famélica Legión…

…famélica en dignidad y buen gobierno. Interesante capacidad tiene el ser humano para no cansarse de la simpleza y la sandez, para no acostumbrarse a la estupidez y al analfabetismo intelectual. Por si fueran pocos los deméritos que Ada Colau hacina, la alcaldesa de Barcelona calificó de “facha” al almirante Cervera tras quitarle su nombre a una plaza para dársela a Pepe Rubianes, aquel pseudoactor, barriobajero y chabacano, “famoso” por su “puta España” en TV3. Desde la excéntrica y chocante llegada al poder de semejantes personajes, subidos a la poltrona con apoyo del PSOE, su mal adquirida fama ha sido fruto de acciones muy alejadas del obligatorio buen propósito del servicio público. Desde su sitial, se hace gala constante de un rancio sectarismo e intolerancia hasta asumir como credo irrefutable la persecución del enemigo desde la mentira, el embuste y la manipulación. Su pretendida superioridad moral e intelectual les impide observar que, mediante el uso de una falsa lucha social esconden las vergüenzas y apariencias de vividores sin esfuerzo alguno, sin más méritos curriculares que haber vivido siempre tras la pancarta y el griterío.

Los “Colau” de turno y desde el reguero de corrupción moral del sistema, que es necesario regenerar, entraron en las parcelas de poder, en las distintas instituciones hasta el punto de degradarlas al máximo, convirtiéndolas en cantina de barrio a modo asambleario donde la norma es el despotismo sin que ninguno de los protagonistas de semejante arrabal pueda presumir de ninguna virtud reseñable. Es el más puro bandolerismo político, el frentismo sublimado. Y como último ejemplo de tamaña desvergüenza, la osadía de llamar “facha” al Almirante Cervera. ¿Quién se arriesgaría en Estados Unidos a mancillar la figura de Washington denominándole “facha”? ¿Quién se atrevería a llamar fascista a Bismark en Alemania? ¿Acaso duraría mucho en su poltrona quien acusara a Cromwell de extremista de derechas en Gran Bretaña?

Esta burguesía progre que ha vivido bajo la nómina de “la subvención” ni siquiera se somete al terrible esfuerzo de abrir un libro y comprobar como uno de sus líderes, el sátrapa Fidel Castro no se atrevió a quitar los dos bustos del almirante Cervera, colocados en el castillo de los Tres Reyes, en Santiago de Cuba, y en el museo de la Real Fuerza de La Habana. “Agrupémonos todos, en la lucha final”, esa lucha que desde su violento himno solo refleja que no se trata de un detalle más que demuestra la ignorancia supina de la regidora barcelonesa, sino que desvela el odio visceral y vomitivo de aquellos “parias de la tierra” hacia todo lo que desde dicha aversión y fobia significan aquellos que no piensan como ellos. Y para la consecución de sus propósitos, que mejor pericia, que mejor estrategia, que más potente arma que la mentira y la difamación. Mantras cuyo más fiel aliado es un sistema educativo volatilizado y dejado al albur de la ideología y del sectarismo.

Que capacidad para poder ubicar. Si apoyar la unidad de España y el respeto tanto a sus símbolos como a sus héroes, si alentar la defensa de la propiedad privada y del meritoriaje, si concebir nuestra historia sobre la base de valores culturales cimentados en raíces cristianas es ser “facha”, uno concibe dicho término como piropo y no como agravio. Ahí mandan estos progres, estos “pijo progres” inesperadamente adinerados, a quienes la ciudadanía a puesto a cuidar nuestro rebaño. ¡Cuánta ignorancia! ¡Cuánto error vernos abducidos por la demagogia, el radicalismo, la constante confrontación y la cólera persistente! Porque como dijo el Barón de Holbach, filósofo francés: “La ignorancia y el error son manantiales de mal humor”.

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