Pacto de Estado contra la balcanización

Las principales fuerzas políticas de España deben unirse en un gran pacto de Estado para desbalcanizar nuestro país. De otro modo, caminaremos a pasos agigantados hacia el precipicio social, político y económico que supondría la ruptura de la unidad en nuestra nación. Primero han sido los golpistas catalanes. Ahora, el efecto contagio ha llegado a comunidades autónomas como Navarra, Baleares o País Vasco. Precisamente en esta última región —donde el nacionalismo siempre ha estado latente y el independentismo se ha reclamado a golpe de bomba— el PNV impulsa con los proetarras de Bildu un referéndum a la catalana para el próximo 18 de noviembre en San Sebastián.

La convocatoria llega, además, con el elemento de chantaje que supone la negociación de los perentorios Presupuestos Generales del Estado. El lendakari, Íñigo Urkullu, se siente con la sartén presupuestaria cogida por el mango. Ya ha dicho en más de una ocasión que el desafío del PNV es «la libertad de la nación vasca». De hecho, aspira a que la Unión Europea reconozca los referéndums «legales y pactados», al margen de pretender el acercamiento de los presos de ETA al País Vasco. Unas peticiones que no pueden ser aceptadas por el Gobierno bajo ningún concepto. Desde el pasado 1 de octubre de 2017, comprobamos y sufrimos las perniciosas consecuencias que ha traído el referéndum ilegal en Cataluña: fuga de empresas, inestabilidad, políticos huidos, falta de colaboración europea…

Incluso hemos vivido dislates ministeriales como las últimas declaraciones de Cristóbal Montoro. De ahí que cualquier remedo de aquello tenga que ser neutralizado. Algo que está en manos del Partido Popular, Ciudadanos y Partido Socialista. Un gran pacto de Estado entre ellos acabaría de súbito con las distintas derivas que tratan de subvertir el orden constitucional y la unidad de España. Un acuerdo entre las formaciones más votadas que, por supuesto, excluye a Podemos. El partido que dirige Pablo Iglesias ha mostrado su apoyo y connivencia en varias ocasiones tanto con los golpistas catalanes como con los proetarras de Bildu, incluida una más que cordial relación con el siniestro Arnaldo Otegi. Es el tiempo del sentido de Estado. De gobernar para las futuras generaciones más que pensando en los próximos comicios.