Que ese juez juzgue en Alemania

Que ese juez juzgue en Alemania

Carles Puigdemont vuelve a soslayar sus compromisos con la justicia gracias a una Audiencia Territorial del norte de Alemania. A pesar de que la Fiscalía de ese país había solicitado su entrega a España por los delitos de rebelión y malversación, dicho tribunal ha rechazado el primer delito —el más grave y por el que el Tribunal Supremo había activado la euroorden—. El magistrado encargado del caso debería limitarse a juzgar en Alemania, ya que su posición le impide tener el conocimiento de fondo suficiente como para hacer un trabajo efectivo a nivel internacional. Es más, resulta cuanto menos extraño que en tan solo 48 horas haya conseguido escrutar una causa con miles de folios. El exceso de garantismo se está convirtiendo en el principal aliado de los separatistas. Primero fue Bélgica. Ahora, una región del país germano. La colaboración entre los países de la Unión Europea queda de nuevo como mera teoría de cartón piedra a pesar de que dicha euroorden se creó hace más de una década como solución rápida y eficaz para casos graves como el que protagoniza el golpista Puigdemont.

Sin embargo, los subterfugios legales de los diferentes países europeos están permitiendo que puedan saltarse esa norma sin mucha dificultad y, de esa manera, poner en entredicho la confianza entre los sistemas jurídicos de los diferentes países miembros. Alemania había reaccionado con lealtad. Tanto su Gobierno como la propia Fiscalía habían insistido en el respeto incuestionable hacia la Constitución española. No obstante, este fallo por parte de un magistrado regional hace que los separatistas cojan aire, se fortalezcan y radicalicen aún más su posición en Cataluña para desgracia de todos los ciudadanos. La inseguridad jurídica seguirá reinando en la región, las 3.028 empresas que han dejado la comunidad autónoma no volverán y el trabajo y la prosperidad de todos los catalanes se verán gravemente dañados. Aún cabe esperar un posible recurso de la Fiscalía alemana, pero dejar a Puigdemont en libertad bajo fianza de 75.000 euros es, además de insuficiente, incomprensible. Sobre todo porque se cumplían todas las condiciones para ejecutar la extradición y es ahí donde tendría que haber centrado su resolución dicho juez.

El Código Penal español tiene total correspondencia con el alemán tanto en el delito de rebelión como en el de malversación. De hecho, el código de enjuiciamiento criminal germano precisaba dos tipos de violencia: la fáctica y la que va en contra del orden constitucional. Ambos se han dado hasta la extenuación en Cataluña. El referéndum ilegal del 1 de octubre se produjo en contra del mandato del Tribunal Constitucional. Por otra parte, la violencia como realidad física y material es el menú del día en Cataluña. Ahí están los disturbios constantes de esa kale borroka de nuevo cuño que practican los comandos CDR. A pesar de todas estas evidencias, y del clima de represión que los independentistas reforzarán en Cataluña a partir de ahora, el magistrado de Schleswig-Holstein ha decidido dejar a Puigdemont en libertad. Queda una posible contestación por parte de la Fiscalía alemana, pero esto resta credibilidad al rigor que se le presupone a la Unión Europa. Sólo cabe esperar que no tengamos que lamentar consecuencias aún más graves cuando los sediciosos vean que, para Europa, la ilegalidad y la violencia cuentan con bula en Cataluña.

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