Los CDR son la antiEspaña de barrio

Los CDR son la antiEspaña de barrio

Hay que empezar a desmantelar la épica paleta de los Comités de Defensa de la República. Contar qué son en realidad. Combatir esa poesía aldeana del separata que se refiere a ellos como “la incólume dignidad del pueblo contra la que actúan las porras y la violencia represora del Estado” mientras, gracias a la paga de Roures, éste arrastra la suya de rata hasta algún limbo europeo. Los CDR tienen la misma hidalguía de una vieja esquilmada por el recién detenido gigoló estafador de Barna. Se trata de pijos que han elegido el camino del reduccionismo vital para convertirse en un deshecho más o menos útil para su tribu. Reservistas de la anti España de barrio como muestra de la sociedad corrupta que nuestros políticos han creado al implementar el modelo del asistencialismo. El ejemplo de cómo la anti patria minusválida es siempre el propio fracaso de la patria.

A modo de anécdota, les contaré que el 21D a mí me expulsó uno de ellos de un colegio electoral pidiendo ayuda a la guardia urbana de Barcelona. Y que, dos meses después, tras la pertinente denuncia, recurrió al equipo de mediación del juzgado nº14 de Barcelona para ofrecerme una cantidad compensatoria que le evitara ir a juicio tirando por el WC la insumisión del revolucionario. ¡Vaya mierda de epopeya anticapi! Para acabar con los pijos de los CDR pagados, como mucho, con un bocata de chóped del país, ahorrando al contribuyente meses de ímprobos esfuerzos y efectivos policiales, bastaría con desarticular los antros de extorsión de Omnium y la ANC, además de ilegalizar a esa carne blanda manufacturada por la España asistencialista que son ERC y la CUP. Bastaría con aplicar la simple lógica de que su terrorismo delegado, aunque sea en fondones devaluados y disfrazados en mercaditos abertzales de segunda mano, tiene como objetivo subvertir el orden constitucional y socializar el terror con la destreza de los 90 en el País Vasco.

El de la calle ahora también extendido a las redes y desde los medios públicos catalanes que, como TV3, Cataluña Radio y RAC 1 señalan a los objetivos para que los matones actúen: a los jueces y sus familias. A los periodistas disidentes cercados con la instintiva habilidad territorial de la jauría. A los policías nacionales y guardia civiles. A los hijos de los cuarteles. A los Mozos leales a España con una carrera truncada por respetarla. El problema estriba en el esfuerzo que algunos contertulios del espectro constitucionalista están haciendo por normalizar el terrorismo de estos días comparando a la oposición venezolana que se enfrenta a una dictadura comunista con los CDR que se enfrentan a una democracia homologada en todo el mundo. Y estriba en la gratuidad del esfuerzo de estos paletos de barrio conformes con el único lucro de experimentar el romántico sentido de pertenencia a un grupo por primera vez en su vida y que bien podría ser satisfecho desde el economato de una cárcel.

Y estriba en que el tipo de manual estratégico que estos paletos de la España subsidiada han impreso desde algún locutorio pakistaní se parece mucho a los elaborados desde ponencia de Odartzen por KAS tras la caída de su cúpula en Bidart a principios de los 90 para eliminar y silenciar a los “periodistas txakurras”. Para expulsar a los FCSE, a la Magistratura y a los funcionarios de Prisiones. Para extorsionar a industriales. Para extender la lucha callejera, la presión política, las huelgas, la manipulación de sectores de la Iglesia Católica, la internacionalización del conflicto y las huelgas. Torrent será desde ahora ese talante de apariencia exquisita que encubra la degeneración moral de esa Kale Borroka que tiene como objetivo eliminar a las gentes que no caben en su proyecto totalitario. ¿Les suena?

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