¿Vosotros habláis de nazismo?

¿Vosotros habláis de nazismo?

El Gobierno debe extender y endurecer la aplicación del artículo 155. Una de las medidas insoslayables es intervenir TV3. El altavoz del separatismo catalán no puede seguir emitiendo a su libre albedrío, atacando de manera sistemática a España. El documental en el que comparan a los españoles con los nazis es una prueba más de la utilización abyecta que los golpistas hacen de este medio pagado con dinero público. En concreto, 300 millones de euros al año que aportamos todos los ciudadanos sin contar las ingentes deudas que deben saldar con Hacienda. Esta última creación está producida, además, por la misma empresa que rodó ‘Ciutat Morta’, el pseudorreportaje que presentaba al asesino Rodrigo Lanza como un héroe a pesar de haber dejado parapléjico a un agente de la Guardia Urbana de Barcelona. 

La cinta no repara en ofensas contra nuestro país: “El españolismo es una ideología que ampara el racismo y la cultura del odio”. También relaciona con un simplismo totalitario la Fiesta Nacional del 12 de octubre con la extrema derecha —idea que siempre han defendido tanto independentistas como populistas bolivarianos— y que en este documental llega al punto de equipararla con una hipotética conmemoración anual de los campos de exterminio de Adolf Hitler. Ante esta ristra de ataques, TV3 se limita a decir que es una “aproximación a las raíces del colonialismo, del racismo y de la xenofobia”. El Ejecutivo de Mariano Rajoy debe actuar inmediatamente. La imagen de España no puede aguantar menoscabo tras menoscabo, mucho menos dentro de su propio país. TV3 está para dar pocas lecciones de nada. Menos si lo hace mediante falacias.

Al margen de ser los transmisores de las consignas golpistas, tienen un historial que destaca, entre otras cosas, por cuestiones tan democráticas como quemar la Constitución en un programa en directo, permitir que sus presentadores hagan apología de los golpistas con simbología de Puigdemont o Los Jordis o tener estrellas televisivas en nómina —caso de Toni Albà— que incluso llegan a llamar “puta” a Inés Arrimadas. Si insultar a una política por el mero hecho de defender la legalidad vigente no es fascismo, entonces no lo es nada. La Corporación Catalana de Medios Audiovisuales no puede seguir campando a sus anchas. Si la sociedad se parece a sus medios de comunicación, la catalana merece unos medios públicos muy distintos. Para conseguirlo, es fundamental que el Gobierno tome cartas en el asunto a través del 155. De otro modo, el totalitarismo separatista seguirá diseminando su odio a costa de mancillar la imagen y la historia de España.

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