Carta abierta a Ada Colau

Carta abierta a Ada Colau

Sirva la presente, señora Colau, más como una reflexión sobre su persona pública que como un anhelo por hacerla reflexionar. No soy quién para ello, pero su osadía, ignorancia y resentimiento me lo harían imposible. Sería complejo explicar a aquel que tuviera la suerte de no saber de usted, como actúa y gobierna desde la alcaldía de Barcelona. Un primer resumen debería comenzar indicando que es un absoluto despropósito, infestado de oportunismo y ortodoxia. Se debería continuar afirmando que usted jamás se las vio así. Ganó fama como activista antidesahucios recogiendo de forma miserable a través de falsos mensajes y envenenadas promesas las penurias de algunos bien intencionados y de muchos caraduras que se permitieron, y permiten bajo su impúdico amparo, cercenar la propiedad privada, germen de todo Estado de Derecho y sociedad avanzada. Y desde que ha llegado al trono municipal, no ha cejado en poner a nuestra magnifica Ciudad Condal como centro del desgobierno, del caos, de la anarquía y del fárrago. Ha preferido impulsar el turismo de sandalia y “rastas”, tan cercano a usted que no a su sueldo, para dinamitar el turismo de lujo.

Ha insultado a nuestro ejército, a la Iglesia Católica. Señora Colau, no nos engañe, no mienta a los barceloneses. Su rastrera forma de hacer política se mueve entre la ambigüedad y el más absoluto oportunismo y le resulta imposible desquitarse de su “disfraz” para seguir practicando su gran “especialidad”, su único logro, su “impoluto” bagaje intelectual: la agitación y la explosión de la turba. Mientras una sociedad moderna y desarrollada pretende un gobierno que tome sus decisiones desde el sentido de lo público y la justicia, usted, representante de la más profunda incompetencia, actúa desde el desgobierno y la sinrazón, desde el odio y el rencor. España no debe seguir soportando, ni votando, a aquellos cargados de prejuicios que suman a su infinita ignorancia una extrema osadía.

Señora Colau, deje de destilar odio, de fabricar bilis. Disfrute de su cargo e incluso de su sueldo muy poco repartido entre a quienes usted dice ayudar. Coherencia no le voy a pedir. No falte al respeto. Utilizar la excusa de la pleitesía para faltarle al respeto al Rey Felipe VI es de baja categoría, y enfanga más si puede, su deplorable actitud. Y lea señora Colau, la pleitesía, a la que usted se agarró para justificar su falta de educación no es actitud de plebeyos sino de leales. Y la lealtad consiste en la capacidad del individuo para elegir lo que es correcto, lo auténtico, lo puro y fidedigno, lo contrario de lo perverso y vil. Su ignorancia no es únicamente fruto de sus escasos conocimientos. A ello, hay que sumarle la falta de valores, sensaciones de frustración, gavillas de traumas. Hacen de usted una actriz peligrosa para la paz y la convivencia social, para el desarrollo de la ciudadanía, para el verdadero progreso.

Sentimientos como los suyos conducen a la destrucción de lo que se tiene alrededor hasta destruirse uno mismo. Que atrevida es su ignorancia, donde usted se crece, se siente superior, da lecciones de todo sin profundizar en nada. Deje de dogmatizar sobre cualquier tema sin miedo a hacer el ridículo y autoreflexione hasta reconocer su propia ineptitud. Que el cargo le queda grande es una obviedad, pero ello no justifica su hacer diario envenenando a los ciudadanos. Usted tiene ahora poder sin inteligencia ni gobierno, y se encuentra anclada en la incultura y en el desgobierno, con una nula capacidad de recogimiento e introspección. Como dijo el gran filósofo de origen austriaco Karl Popper: “La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento, sino la negativa a adquirirlo”.

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