De ilegalidad en ilegalidad

De ilegalidad en ilegalidad

El grupo Volkswagen ha  sufrido un gran deterioro en su imagen tras saltarse protocolo tras protocolo. Comenzaron trucando sus coches para evitar los límites de emisión. Algo que le costó el puesto al presidente de la compañía, Martin Winterkorn. No obstante, el mayor escándalo en los 81 años de historia que tiene la empresa cuenta ahora con una bifurcación adicional que demuestra que fueron de ilegalidad en ilegalidad. Volkswagen también se saltó a la torera la normativa sobre la experimentación con animales. Sometieron a monos y humanos a varias horas de inhalación de gases emitidos por un tubo de escape de dos modelos diferentes. Uno nuevo y otro viejo.

El experimento, con el que pretendían demostrar que los vehículos de nueva fabricación eran menos contaminantes, fue totalmente fallido. Sin embargo, lo más grave es que se saltaron cualquier tipo de límite en lo que respecta a la experimentación animal. Un maltrato intolerable en pleno siglo XXI que, además, supone una falta de responsabilidad tremenda con el compromiso social —no sólo monetario o industrial— que una marca de tanta tradición como la alemana  debería tener entre sus principios más cuidados. Las personas que inhalaron el humo tenían capacidad de elección. Los animales, no.

Volkswagen no sólo instaló un software para esquivar los controles medioambientales en 11 millones de vehículos diésel de todo el mundo, sino que además practicó el maltrato animal en las distintas pruebas que realizó para poner en funcionamiento dicho plan. Ese modus operandi es un nuevo revés para la reputación de una empresa que no levanta cabeza en todo lo que tiene que ver con el poliédrico caso de las emisiones. Los especialistas en la defensa de los derechos de los animales son claros: «La experimentación con primates está casi excluida y tiene una regulación muy estricta». Regulación que, por supuesto, no respetaron los responsables del fabricante automovilístico y que los coloca de nuevo fuera de la ley. Volkswagen sólo volverá a ser lo que fue —si es que aún es posible— cuando recupere la ética en su manera de producir. Algo imprescindible en las compañías de hoy en día.

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