Ciudadanos: la nueva moda

Ciudadanos: la nueva moda

Después de un tiempo en el que prácticamente no se veía ni se escuchaba a Albert Rivera, a raíz de la situación en Cataluña, tenemos Ciudadanos hasta en la sopa. Arrimadas y Rivera son el tándem de chicos de moda. Uno se los puede imaginar ofreciéndote una hipoteca en cualquier sucursal bancaria, dirigiendo un lujoso hotel o mostrándote un catálogo de casas en una inmobiliaria. Conocí a Albert hace cuatro años. Cuando era ese yerno perfecto, acudía a todas las tertulias y decía con orgullo ser un convencido de la regeneración democrática. Se decía socialdemócrata. Y nos invitó a muchos a participar de esa “plataforma ciudadana” que quería promover. Sí. Porque juró y perjuró que Ciudadanos no sería un proyecto político más allá de Cataluña, sino que lo que quería era lanzar un movimiento de debate, pensamiento y discusión sobre la necesaria regeneración democrática que nuestro país necesita. No acudí a la presentación, y lo cierto es que sucedió lo que me temía: todo el elenco de la derecha acudió. En primera fila. Respiré hondo al ver las imágenes desde mi casa.

Manteníamos el contacto y comentábamos distintas cuestiones en las que parecíamos estar de acuerdo. Lo cierto es que Albert, en aquel momento, parecía mucho más fresco, dinámico e, incluso, socialdemócrata que Pedro Sánchez. Aunque siempre tuve claro que estaba a mi derecha, y él me decía que eso tampoco era algo difícil. Ví como fichaba a Toni Roldán, amigo y compañero mío de la delegación del PSOE en el Parlamento Europeo, uno de los mejores perfiles que tenía la delegación socialista en Bruselas en cuanto a currículo y formación. Ciertamente, Toni siempre tuvo una visión más “central” que yo, y no me extrañó que Rivera quisiera contar con él, pues Roldán siempre resultó ser un perfil brillante. Y como él, he conocido a muchos ex compañeros del PSOE que dieron el mismo paso. Sí, todos los que no eran sospechosos de ser precisamente de la sección izquierda del partido.

Sin embargo, poco a poco, ese aire fresco que nos presentaron ha ido cambiando y volviéndose gris. Envuelto en un papel moderno Ciudadanos encierra dentro una suerte de cajón de sastre donde se encuentran los cabreados y rebotados de las formaciones populares y socialistas. En un primer momento, me consta que muchos lo hicieron cansados de la corrupción de unos y de la ineptitud de los otros. A día de hoy, aquellos colegas, en su mayoría, ya se han marchado. Y los que aún persisten comentan estar molestos y preocupados por las noticias que llegan del Tribunal de Cuentas, por la deriva hacia la extrema derecha en no pocos planteamientos y, además, como guinda, por esa fijación tan reaccionaria con el asunto catalán.

Clave catalana

Es cierto que han subido sus apoyos  de manera notable en Cataluña: no cabe duda que ahorrar en cafés les ha salido rentable, pues han podido invertir en su campaña electoral más de dos millones de euros —a pesar de criticar durante la misma los presupuestos que se destinan para las demás formaciones, que han gastado mucho menos con diferencia—. Si lo del café le ha parecido una metáfora, debo hacer un inciso: así me respondió uno de sus referentes en Cataluña al interesarme por la procedencia de tanto dinero. Venía de ahorrar en cafés y comidas, de gestionar lo que les llega como grupo parlamentario. Y se quedó tan a gusto.

¿Qué razón damos al hecho de que ahora Ciudadanos esté de moda? Podríamos pensar que esto se debe a quien le apadrina, que no es otro que el señor Aznar. Sus posibles vínculos con Villar Mir. Su papel en este sainete como el sustituto de un Partido Popular que no da más de sí. Todo esto ayuda, sin lugar a dudas. Así como la campaña machacona que tenemos por todas partes, llegando incluso algún medio a saltarse las normas relativas a la jornada de reflexión, como fue el ABC que tuvo a bien publicar su portada del 20 de diciembre con la cara de Inés Arrimadas.

Pero si por algo están ahí, sin duda alguna, es por la falta absoluta de contundencia y coherencia del PSOE y de Podemos: los primeros, por haberse convertido en la comparsa absurda del Partido Popular, incumpliendo todas y cada una de las promesas que hiciera Sánchez, “el resucitado mesías de la izquierda”, durante su campaña; y por otro, un Pablo Iglesias totalmente desdibujado, sin la presencia que tuviera en los medios en su momento cuando la estrategia era, precisamente, descabezar a los del puño y la rosa. No cabe duda: los medios de comunicación están dejando una España estupenda. A base de tergiversar, silenciar y mentir, poniendo el foco en aquéllos que interesan para sus objetivos, estamos obteniendo una democracia del cartón piedra más barato del mercado. Y Ciudadanos va a ser, sencillamente, como quien nos quiere vender la casa de nuestros sueños, siendo en realidad la peor de nuestras pesadillas.

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