Muchos portavoces y pocas portavozas

Muchos portavoces y pocas portavozas
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Los dirigentes de Podemos se han agarrado a la demagogia ahora que caen en picado en todas las encuestas. El feminismo es el nuevo mantra. Primero fue la “casta”, después la “trama” y ahora el requiebro lingüístico cae en “portavozas”. Una manera, dice Irene Montero, de visibilizar la diferencia social entre hombres y mujeres. Una causa que, sin duda, es necesaria y pertinente, ya que nadie debería ser menos que nadie por haber nacido hombre o mujer. No obstante, una cosa es la necesaria labor institucional para avanzar en ese terreno y otra muy distinta hacer un espectáculo cuasi circense en el que resulta demasiado obvio que a Podemos le interesan los votos mucho más que los derechos de las mujeres. 

El partido de Pablo Iglesias tiene la capacidad de convertir cualquier causa en un circo. En política, la credibilidad de un partido se debe medir por los hechos, no por las palabras. Con esa lógica, que es la que demandan los ciudadanos, Podemos ha perdido cualquier viso de credibilidad y ha caído a los subsuelos en intención de voto. No es de extrañar, pues sus acciones tienen la consistencia del cartón piedra. Montan un teatrillo para que el ruido en las redes sociales oculte su insignificancia política. Sin embargo, y como siempre ocurre con el populismo, exigen una decencia que ellos no practican. Si de verdad estuvieran tan preocupados por la desigualdad intersexual, no tendrían tan sólo cuatro mujeres entre sus 17 líderes regionales. 

En el summum de la hipocresía, el secretario de organización de los morados, Pablo Echenique, ha criticado a la Real Academia Española por la poca participación de las mujeres dentro de la entidad. Una crítica que, como suele pasar siempre con la demagogia, ha tenido efecto bumerán y ha desnudado una nueva mentira de Podemos. No se puede tener menos credibilidad que la formación morada hablando de feminismo. Ahí está su secretario general, Pablo Iglesias, autodenominado como un “macho alfa” al que le gustaría “azotar hasta que sangre” a la periodista Mariló Montero. “Un marxista convertido en psicópata”, como él mismo se definía, y que trata ahora de arrogarse el papel de defensor de las mujeres. Podemos hará lo que sea por recuperar votos. Afortunadamente, los españoles los conocen tan bien que lo único a lo que optan es a seguir haciendo el ridículo.

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