¡Qué cínicos son!

¡Qué cínicos son!

Podemos prometió “alcaldes del cambio” a través de sus marcas blancas en las últimas elecciones locales. No obstante, lo único que han demostrado sus representantes en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia es que nueva vieja política se parecen tanto que resultan prácticamente iguales. Sucede con el primer edil de la capital del Turia. Joan Ribó aseguró que si ganaba no utilizaría protección. “Valencia no es peligrosa”, dijo con la proverbial demagogia del populismo. Nadie duda de que Valencia es una gran ciudad, pero tampoco se puede dudar del cinismo de este alcalde. Dice una cosa y hace justo la contraria. Cualidad —más bien defecto— que define a los malos políticos. A pesar de sus palabras, la realidad es que gasta en escoltas personales 710.000 euros anuales. Tiene más de 12 a su disposición. 

Huelga decir que los gestores públicos de los grandes municipios deben tener una protección especial. No es una cuestión de si la ciudad es segura o no —casi todas en España lo son— sino de que sus cargos conllevan una responsabilidad y una representatividad que hay que proteger. De ahí que las palabras de Joan Ribó, además de falsas como ha demostrado el tiempo, fueran irresponsables. Pero, ¿qué es el populismo sino una concatenación de irresponsabilidades supinas? El comportamiento que tanto Ribó como Colau o Carmena están teniendo al frente de algunas de las ciudades más importantes del país define perfectamente la talla liliputiense de todos ellos. Tanto criticar a la difunta Rita Barberá y resulta que Ribó gasta más que ella. 

El actual alcalde no ha respetado ni el papel que firmó en su momento y donde se comprometía a renunciar a la escolta. Un hombre apegado al dispendio. Sin ir más lejos, su sueldo es de 82.602 euros anuales, lo que significa que cobra más que el presidente del Gobierno. Al margen de estas cuestiones, su currículo como servidor público es paupérrimo. La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) multó al Ayuntamiento de Valencia por hacer de policía política en un sondeo. Esto en lo económico, ya que desde el punto de vista de la educación y los símbolos también ha optado por el adoctrinamiento. Basta, por ejemplo, con recordar cuando colgó la bandera republicana del Consistorio en abril de 2016. Este edil es el claro ejemplo de la estafa y decepción que han supuesto para los ciudadanos aquellos que se autodenominaron como “alcaldes del cambio” y que, tras sus mandatos, sólo han “cambiado”… a peor.

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