Los trapos sucios se lavan en casa

Los trapos sucios se lavan en casa

Algunos ex dirigentes del PP deberían proceder con mayor responsabilidad. Últimamente han cogido la costumbre de airear los problemas internos y las tribulaciones del partido. Mal negocio para las siglas que le dieron todo lo que son como personas públicas, pero también mal negocio para la estabilidad de España. El debate de ideas es imprescindible. De él siempre salen mejores ideas. No obstante, la necesaria reflexión y autocrítica es una cosa y hacer ataques velados bajo la potente luz pública, otra. Se puede discutir. Se debe incluso. Pero siempre manteniendo los principios de lealtad y oportunidad. No parece lo mejor para el Gobierno que personalidades tan importantes como José María Aznar, Ángel Acebes, Josep Piqué o Alberto Ruiz-Gallardón se dediquen a debatir en FAES sobre quién defiende mejor la unidad de España, si el Partido Popular o Ciudadanos.

Menos si cabe en estos momentos, con los independentistas catalanes acechando cualquier debilidad en el Ejecutivo con la intención de seguir haciendo un guiñapo con la ley. España necesita unidad ante los golpistas y para eso necesitamos que la formación en el poder tenga unidad interna. De nada sirve un debate de ideas si al final no se construye nada. Eso debería saberlo alguien con tanta experiencia en cargos ejecutivos como Aznar, que últimamente sólo aparece en la escena pública para criticar a Mariano Rajoy. Muchos reproches, pero pocas soluciones. Resulta cuanto menos curioso que, al final, vaya a resultar que el expresidente es más enemigo de su propio partido que Pablo Iglesias, Pedro Sánchez o Albert Rivera. Además, contraponer a Ciudadanos con el Partido Popular es un error.

A pesar de la legítima disputa electoral, ambas formaciones deberían ser aliadas por encima de cualquier circunstancia. Socios de esa España constitucional que persevera en el desarrollo económico, en la creación de empleo y en la solidez de nuestro Estado de Derecho. Factores todo ellos que, debates interesados y egos dolidos aparte, han sido cubiertos con éxito durante las dos legislaturas del Partido Popular. Mariano Rajoy y su equipo, pese a quien pese, han propiciado que España haya pasado de la morgue económica a la cabeza en crecimiento dentro de la Unión Europea. La reforma laboral de Fátima Báñez ha sido un éxito indiscutible y, al respecto de la unidad de España, fue el propio Rajoy quien aplicó el artículo 155 para defenderla. Una decisión que incluso perjudicaba a su propio partido, pero que con sentido de Estado buscaba lo mejor para nuestro país. Debate, sí, pero de puertas para adentro. Todo lo demás son brindis al sol que hacen más daño que beneficio.

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