Mejor, calladita

Mejor, calladita

María Dolores de Cospedal tiene experiencia de sobra como para hacer determinadas declaraciones en el momento oportuno. No obstante, y salvo que haya intención de hacer daño al Gobierno, algo que resulta improbable teniendo en cuenta que ella es ministra de Defensa, ha equivocado sus últimas palabras. Con la unidad de España en juego, no es el mejor momento para crear disensiones en el Ejecutivo. Sus críticas implícitas y explícitas a Mariano Rajoy con frases como «posiblemente habría que haber actuado de otra manera» son desafortunadas, además de inexactas. Rajoy ha parado con firmeza y flexibilidad un golpe de Estado que ha provocado la salida de más de 3.000 empresas de Cataluña. 

Una auténtica tragedia económica y social que podría haber sido mucho peor de no ser por la intervención reposada pero decidida del jefe del Ejecutivo. De hecho, sin la buena gestión de Rajoy no se habría conseguido el amplio consenso constitucional para la aplicación del artículo 155. Una medida que ha permitido llegar hasta unas elecciones autonómicas en el menor tiempo posible. Y todo sin convertir en mártires a los independentistas. Algo indispensable si tenemos en cuenta que es una de las pocas bazas que tienen como políticos. En ese sentido, Cospedal también ha criticado a sus propios compañeros. La titular de Defensa ha puesto en tela de juicio que los líderes independentistas vinculados con el golpe de Estado se puedan presentar a las elecciones. 

Al margen del respeto que merece cualquier opinión en democracia, no parece el mejor momento para traslucir una confrontación interna. La lealtad y la unidad de las formaciones constitucionalistas —también de sus políticos— debería estar muy por encima de cualquier desencuentro puntual… o de cualquier táctica para conseguir ambiciones particulares de cara al futuro. Los defensores de la legalidad vigente, y Cospedal lo es sin duda, no deben cuestionar a aquéllos que luchan por ella porque, sin darse cuenta, dan munición argumental a los golpistas para que ahonden en sus críticas y ataques contra Mariano Rajoy que, en estos momentos, no son más que críticas y ataques al conjunto de los españoles. Es tiempo de arrimar el hombro y no de desenfundar las palabras. Unidad y no división. Sea cual sea el resultado del Partido Popular en Cataluña, el sentido de Estado de Rajoy ha primado sobre los intereses electorales inmediatos. Sin la aplicación del artículo 155 y la correspondiente convocatoria de estas elecciones, quizá Cataluña ya no hubiera tenido remedio… y España, tampoco.

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