Los socialistas son parte del problema catalán

Los socialistas son parte del problema catalán

“Si hay condenas, en algún momento tendrá que haber indultos” prometió sin inmutarse Miquel Iceta, secretario general de los socialistas catalanes y candidato a la Presidencia de la Generalidad el próximo 21-D. Lo aseguró en una entrevista que le hizo el subvencionado diario independentista Ara el pasado jueves. Y hay vídeo para que no quede la menor duda de sus palabras. El amaño está servido, si los independentistas hacen a Iceta presidente de la Generalidad y facilitan la moción de censura de Pedro Sánchez contra Rajoy, al día siguiente los golpistas están en la calle. Tan rápido como lo hicieron en febrero de 1936, cuando indultaron al golpista y asesino Lluis Companys.

Companys había sido condenado seis meses antes por el golpe de Estado que dio contra la II República en octubre de 1934, cuando declaró el Estado Catalán coincidiendo con la Revolución de Asturias. Las Cortes de la II República, con Alejandro Lerroux del Partido Republicano Radical al frente de su Gobierno, suspendieron la autonomía de Cataluña, nombrando a un gobernador general de Cataluña que asumió las funciones de Companys, a quien los tribunales condenaron por rebelión a 30 años de cárcel e inhabilitación absoluta, ordenando su ingreso en el penal de El Puerto de Santa María. Pero estuvo poco tiempo encerrado. Apenas 5 días después del “pucherazo” con el que el Frente Popular, formado por el PSOE y el resto de partidos de izquierda, se hizo con el Gobierno en febrero del 36, la Diputación Permanente de las Cortes decretó la amnistía de los golpistas y liberaron a los presos. Lo que vino después ya es por todos conocido, repuesto como presidente de la Generalidad, Companys dejó las calles en manos de las milicias anarquistas y comunistas, por lo que fue responsable de los miles de asesinatos que se produjeron como represión en Cataluña, en venganza por la sublevación militar.

Pero tampoco hace falta que nos vayamos 80 años atrás. Retrocediendo sólo 14 nos situamos en noviembre de 2003, en el mitin de cierre de la campaña electoral que aupó a Pasqual Maragall como presidente de la Generalitat. En ese mitin, José Luís Rodríguez Zapatero prometió aquello de “apoyaré la reforma del estatuto de Cataluña que apruebe el parlamento de Cataluña”. Y tal y como lo prometió lo hizo. Apoyó un Estatuto que iba claramente en contra de nuestra Constitución, como así declaró el Tribunal Constitucional en 2010. Para que Maragall fuera investido presidente, los socialistas firmaron el Pacto del Tinell con Esquerra Republicana y los comunistas, el famoso tripartito. Incluía una cláusula que excluía la posibilidad de cualquier pacto de gobierno o establecer acuerdos de legislatura con el PP, tanto en la Generalidad como en las instituciones de ámbito estatal.

Se equivocan los que sitúan a este Partido Socialista en un posible bloque constitucional que desaloje al independentismo de las instituciones catalanas. Ahí no estará el partido que indultó por golpista a Companys y que ahora se ha comprometido a la “anulación radical y expresa” de su juicio. Ni tampoco el que ha asumido en su programa electoral 45 de las 46 exigencias que Puigdemont le hizo a Rajoy en abril de 2016, como ha hecho Iceta. El partido de Iceta, de Pedro Sánchez y de Zapatero está más cerca de aquel otro de Largo Caballero, Indalecio Prieto y Juan Negrín. Cuando en 1932 Ortega y Gasset dijo aquello de que “el problema catalán… es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar”, seguro que también estaba pensando en el Partido Socialista. Estos socialistas son la parte mollar del problema de España entera.

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